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Tras días de incertidumbre, el presidente Donald Trump anunció la reanudación del suministro de armas a Ucrania, revirtiendo una suspensión del Pentágono que había inquietado a Kiev. La decisión se tomó tras la intensificación de los ataques rusos y las críticas de funcionarios ucranianos, legisladores de EU y socios de la OTAN, preocupados por las señales de vacilación en el apoyo estadounidense.
Junto al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, Trump declaró: “Están recibiendo un duro golpe. Vamos a enviar más armas. Tenemos que hacerlo”. El giro ocurrió días después de sus llamadas con Volodimir Zelenski y Vladímir Putin, que no arrojaron “ningún progreso”. Horas después de hablar con Putin, Rusia lanzó su mayor ofensiva aérea: en una semana, más de mil 200 drones y decenas de misiles impactaron en Kiev, Járkov y Zaporiyia.
La pausa en los envíos de armas, incluidos los sistemas antimisiles Patriot y la artillería de precisión, se habría justificado por el Pentágono debido al bajo nivel de reservas de este tipo de armamento en Estados Unidos. El secretario de Defensa, Pete Hegseth, había detenido un envío que ya se encontraba en Polonia, lo que generó confusión. Sin embargo, Trump declaró que desconocía quién había aprobado la medida, y enfatizó: “Estamos entregando armas”.
Zelenski calificó su llamada del 4 de julio con Trump como la más “productiva” al momento, y agradeció su disposición para reforzar las defensas aéreas. No obstante, la entrega de solo 10 sistemas Patriot —de los 30 esperados— fue vista como “minúscula” por Kiev. Aun así, el gesto reafirmó simbólicamente el respaldo estadounidense.
Analistas argumentan que este episodio refleja tensiones más profundas dentro de la administración Trump. Según John E. Herbst, del Atlantic Council, la pausa fallida reveló divisiones en política exterior entre quienes buscan restringir la ayuda y quienes instan a mantener la disuasión contra Moscú. El cambio de postura de Trump sugiere que la intransigencia de Putin podría haber endurecido la actitud del republicano por encima de los cálculos del Pentágono.
Ahora, con Kiev aún bajo asedio y las capitales europeas instando a una mayor coordinación, persisten las preguntas. ¿Apoyará Trump sanciones más amplias, como los aranceles del 500 por ciento propuestos por el senador Lindsey Graham a países que compren petróleo ruso? ¿Podrá Ucrania contar con las futuras entregas de los

sistemas de defensa aérea que necesita? Por ahora, el mensaje es contradictorio, pero una cosa está clara: la indecisión se mide en vidas.

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