La personalidad es ese conjunto de características, actitudes, emociones, pensamientos y hábitos que nos distingue y nos define ante el mundo y ante nosotros mismos. Es el filtro a través del cual interpretamos la realidad, tomamos decisiones y respondemos a lo que nos sucede. Está moldeada por nuestras vivencias, el entorno, las relaciones que vamos construyendo y también por ese misterio interior que a veces ni siquiera alcanzamos a comprender.
Nuestra personalidad no es estática, va cambiando, se adapta, se protege o se expande según lo que atravesamos. En ocasiones, responde con valentía y en otras, se esconde en la vulnerabilidad. Así, cuando nuestra personalidad tiene una respuesta, deja ver no solo lo que somos, sino también lo que hemos vivido y aprendido en el viaje de la vida.
Se dice que las personas fuertes hablan de lo que sienten, las personas frágiles lo esconden, las personas sabias lo escriben, las personas rotas lo proyectan, las personas libres lo transforman, las personas vacías lo ignoran.
Todos sufrimos, pero no todos sabemos qué hacer con ese dolor, lo que está claro es que si hoy duele es porque ya no lo puedes seguir ignorando.
Existe un ejercicio que ayuda mucho, te lo comparto ojalá lo puedas hacer, este ejercicio te remonta a tu niñez y ahí surgen las emociones de la verdadera personalidad sin ser alterada por lo que después se vivió y en quien nos convertimos influenciados por nuestro entorno.
Tener un espacio para pensar… si pudieras volver a tu infancia y sentarte al lado de ese niño, de esa niña que fuiste. ¿Cómo te observas? ¿Y si tuviera sólo unos segundos, qué le dirías? ¿Qué palabras le darías que nadie supo regalarle? Puedes reparar lo que nadie supo ver, puedes volver a sentarte a su lado, pero esta vez para quedarte contigo y moldear tu verdadera personalidad.
Cuando algo te rompe no es el final, es el inicio de la reparación del alma, cada herida que no entiendes, cada persona que llegó para tocarte el alma. No fue casualidad, fue pacto, fue reencuentro.
Cada persona que ha estado en nuestra vida de alguna manera ha sido nuestro maestro, algo le hemos aprendido, bueno o malo, nos ha hecho crecer y eso también va moldeando nuestra personalidad, sin olvidar que nosotros también hemos dejado algo en ellos y que seguro tendrá algún efecto.
Quien está dispuesto a sanar ya ha comenzado a despertar, y ese es el inicio de tu verdadera personalidad.
Con cariño: Marcela.
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