La relación entre México y Estados Unidos cada día se vuelve más compleja. El gobierno de Donald Trump ha logrado establecer una política económica donde siempre hay un elemento que tiene que negociarse en la mesa y deja poco espacio para el reclamo de derechos para los migrantes en general, y de los mexicanos en particular.
La pregunta es, ¿hasta qué punto será prudente dejar que el asunto comercial quede por encima de los derechos humanos de las personas migrantes que están en el territorio de Estados Unidos?
¿En qué punto el gobierno de México va a poder encontrar un equilibrio para no molestar demasiado las mesas de negociación con aranceles a autopartes, acero, aluminio y que esa mesa no se contamine con las legítimas peticiones de respetar los derechos de las personas migrantes?
Los mexicanos en el extrajero son un motor económico por sí solo, al país ingresaron 64 mil 746 millones de dólares por remesas en 2024. Solo de enero a abril, ingresaron ya 19 mil 501 millones de dólares. En los meses que vienen necesitamos tener claridad de cómo vamos a extender una mano de ayuda a quienes hoy viven redadas de persecución e intimidación.
Esta semana, vimos imágenes de elementos de la Guardia Nacional de Estados Unidos agrupándose en distintos puntos de la ciudad de Los Ángeles para contrarrestar las protestas de las comunidades latinas que enfrentan las redadas de los agentes de inmigración.
Los operativos del ICE terminaron por ser una especie de cacería de personas que más allá de la revisión del estatus migratorio, es una medida para infundir miedo, para provocar autodeportaciones, para evitar que las comunidades se agrupen, que peleen por sus derechos, deshumanizar un poco la vida que han estado construyendo a lo largo de varios años.
Las cifras de algunos grupos de derechos humanos en la ciudad de California dicen que fueron al menos 45 personas arrestadas, y de esas al menos 11 son mexicanos según el consulado, pero los números aún no son definitivos.
Además, esta situación promete ser el primero de varios episodios, porque la política del presidente Donald Trump es estridente. No necesariamente quirúrgica, pero lo que importa es transmitir un mensaje: este país no es seguro para los migrantes.
Lo preocupante de las redadas en Los Ángeles es la posibilidad de que se repitan en cualquier otra ciudad con una presencia migrante. Es que no existe un sitio seguro.
De nuestra parte, en el territorio mexicano toca pelear por que se respeten los derechos fundamentales de las personas. La presidenta Claudia Sheinbaum envió un primer mensaje, no es ni con redadas ni con violencia como podrá atenderse el fenómeno migratorio.
Pero la duda genuina ahora es, ¿cuáles son las posibilidades de ayuda del gobierno mexicano para con los migrantes? Caminar de manera firme en las líneas de negociación con el gobierno de Estados Unidos no va a ser una tarea corta o sencilla.
@Micmoya