A pesar de que la vida política en Estados Unidos a veces tiene parecidos violentos con la mexicana, los altos funcionarios del Gobierno de Donald Trump carecen de sentido autocrítico.
El secretario de Estado y consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Marco Rubio, en términos muy objetivos “zopiloteó” la crisis reciente en la Ciudad de México, por el asesinato de dos funcionarios del primer círculo de poder de la jefa de Gobierno, y dejó entrever que estos elementos de sucesos de crisis serán tomados en cuenta por Estados Unidos.
Apenas comenzaban a circular las frases de Rubio contra México cuando llegaron a las redacciones la información del asesinato, en Nueva York, de dos funcionarios diplomáticos de Israel a manos de un simpatizante palestino con apellido hispano. Y se ha organizado un movimiento social para proteger al asesino de un ejecutivo de una empresa que fue abatido a balazos en las calles también de Nueva York.
Con pocos márgenes de maniobra que pudieran aprovechar la coyuntura de sucesos como los asesinatos en calzada de Tlalpan, de todos modos la reacción a bote pronto de Rubio debe ser leída con interés estratégico en Palacio Nacional y en la cancillería de la Alameda, porque están mostrando que Washington está decodificando la cotidianeidad mexicana para beneficio propio.
A pesar de todos los problemas con Trump, es la hora que en el lado mexicano se carece de una verdadera estrategia de seguridad nacional vis a vis la seguridad nacional estadounidense, sigue faltando un marco referencial que puede ser hasta unidireccional pero que regule la relación formal con el vecino del norte y sobre todo urge un Consejo de Seguridad Nacional mexicano que defina principios y regule el funcionamiento de las oficinas que en su dimensión horizontal no quieren reconocer el valor de las otras.
El modelo “zopilote” de Rubio va a causar muchos problemas a México.
Zona Zero
Y a propósito de la falta de un marco normativo de relaciones bilaterales, el congreso mexicano mandó una comisión mediocre de legisladores para tratar, ingenuamente, de detener la aprobación del impuesto a las remesas, pero la decisión fue castigada por la realidad: el impuesto se aprobó en 3.5%, mientras los funcionarios mexicanos se tomaban la foto con el embajador Esteban Moctezuma Barragán. La falla mexicana ante ese impuesto fue de la Secretaría de Relaciones Exteriores, que parece ajena a la realidad diplomática bilateral.
(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.
@carlosramirezh