La carrera presidencial polaca se ha convertido en una batalla que trasciende la política nacional. El centrista proeuropeo Rafał Trzaskowski y el conservador nacionalista Karol Nawrocki se dirigen a una segunda vuelta el 1 de junio, tras una primera vuelta que expuso profundas divisiones en el electorado. Trzaskowski, alcalde liberal de Varsovia y abanderado de la Coalición Cívica del primer ministro Donald Tusk, superó a Nawrocki con el 31.3% de los votos frente al 29.5%, un margen mucho menor de lo previsto.
A pesar de mantener una ligera ventaja, Trzaskowski llega a la segunda vuelta a la defensiva. El apoyo combinado a los candidatos de derecha y extrema derecha superó el 50%, lo que indica una aritmética desalentadora para el bando centrista. En tercer lugar, Sławomir Mentzen, el activista libertario del partido Confederación, obtuvo el 14.8%, mientras que el extremista de derecha Grzegorz Braun sorprendió a los observadores con más del 6%.
En un importante ejercicio de equilibrio, Trzaskowski ha recibido el apoyo de Magdalena Biejat, de izquierda moderada, y Szymon Hołownia, de centroderecha, pero también debe cortejar a los votantes de Mentzen, sin distanciarse de los progresistas recelosos de la derecha dura. Mientras tanto, Nawrocki, impulsado por una creciente ola populista, corteja activamente a Mentzen y Braun con promesas de soberanía nacional, euroescepticismo y oposición a la migración, el aborto y los derechos LGBT.
El contexto es turbulento: un electorado fragmentado, crecientes amenazas de desinformación y ciberataques vinculados a Rusia contra sitios web del partido gobernante antes de las elecciones. La agencia nacional de ciberseguridad de Polonia, NASK, se ha esforzado por contener las operaciones de influencia extranjera, incluyendo campañas de propaganda bielorrusa que amplifican las marginales voces pro-Kremlin.
Para Trzaskowski, la victoria podría desbloquear reformas de Tusk estancadas desde hace tiempo por el presidente saliente, Andrzej Duda, alineado con el partido Ley y Justicia (PiS), de derecha nacionalista, que gobernó hasta 2023. Pero si Nawrocki prevalece, el gobierno centrista de Tusk podría enfrentarse a otros cinco años de parálisis legislativa.
Con el papel de Polonia en la UE y su respuesta a la guerra en Ucrania en juego, la segunda vuelta se ha convertido en un referéndum sobre la trayectoria democrática del país. Como advirtió el expresidente Aleksander Kwaśniewski, “las fuerzas democráticas no tienen un colchón de seguridad para dormir tranquilos”.