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Quienes viven soñando que, de último minuto, el gobierno de Donald Trump presionará a Claudia Sheinbaum para que cancele la elección del nuevo poder judicial del partido Morena, ya pueden ir despertando.

 

Trump ha enviado señales, desde que asumió la presidencia de Estados Unidos, que la mira la trae puesta en otros asuntos, no en este en particular que corresponde solamente a los mexicanos.

 

No habrá milagro de última hora, como no lo hubo en el 2017 cuando millones de mexicanos e incluso personajes del gobierno peñista apostaban a que el gobierno estadounidense no dejaría pasar a López Obrador “porque no le convendría tener como vecino a un comunista’’.

 

Nada hizo el gobierno vecino por frenar la carrera del tabasqueño porque al final de cuentas, la elección es responsabilidad interna pero las consecuencias externas.

 

Y eso es lo que estamos pagando en este momento.

 

Lo mismo sucederá con la elección judicial.

 

El gobierno trumpista dejará que se desarrolle el proceso, que los mexicanos nos hagamos bolas con una elección amañada pero que, cuando comiencen a verse los primeros resultados, entonces el país tendrá que asumir las consecuencias internas y externas.

 

Durante el primer mandato de Trump, el gobierno mexicano casi vivió un amasiato con el empresario que logró obtener del tabasqueño todo lo que quiso.

 

No hubo ni siquiera un endurecimiento de las relaciones por más que se diga hoy que “México no es piñata de nadie’’; López Obrador fue capaz de ir en contra de su propuesta de migración para cerrar la frontera sur y militarizar la frontera norte con la Guardia Nacional tal y como se lo exigió el empresario.

 

¿Qué cambia hoy?

 

En los hechos, poco, aunque el discurso sea otro.

 

El gobierno mexicano reacciona a cada acción punitiva del gobierno trumpista.

 

Si aquel dice que no estamos haciendo nada para combatir el tráfico de fentanilo, comienza a haber decomisos impensables en el sexenio anterior; sin queja de la porosidad de la frontera norte, enviamos más militares para cerrarle el paso a los migrantes.

 

El problema es que ahora viene la revisión del tratado comercial con Estados Unidos y Canadá, del que dependen en buena medida los mayores ingresos para los exportadores del país.

 

Y no llegamos con ventaja, sino todo lo contrario, agobiados por la acusación de no tener controles sanitarios que impidan la progresión de la plaga del gusano barrenador y eliminado instituciones, como el IFETEL o la COFECE, que figuraban como reguladores para evitar la concentración de mercados.

 

Estados Unidos verá, sin despeinarse, cómo ocurre el simulacro de elección judicial en dos semanas, a pesar de que los comités de evaluación aprobaron candidatos de exconvictos, defensores de narcos y otros sujetos de interés particular, cuyo foto no debería estar en la boleta, sino en una ficha policial.

 

Después vendrán las consecuencias.

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El fin de semana pasado fueron asesinados en Tlaquepaque, Jalisco, tres asesores mexicanos externos en materia de seguridad que colaboraban en la embajada de Estados Unidos en nuestro país.

 

El ataque ocurrió en una taquería, después de que los expertos en seguridad (seis en total), habían impartido un curso en la Universidad Policial del estado.

 

Tres murieron, tres se encuentran heridos así como dos personas más que no formaban parte del grupo.

 

Dos preguntas sobre el tema:

 

¿Quiénes avisaron a los sicarios del lugar donde iba a cenar el grupo?

 

¿Qué información tenían o tuvieron para ser asesinados?

 

Otro caso para la araña.

 

       @adriantrejo

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