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Para nosotros como mexicanos, ir a las urnas a un lugar conocido, marcar las boletas y esperar a los resultados hacia la misma noche de la elección se nos ha hecho completamente cotidiano por constante.

Pero a partir de las condiciones en las que se desarrolla la elección judicial hemos visto que la democracia es una de esas cosas complejas que damos por sentado.

Me atrevo a comparar la democracia a la dinámica que tuvimos algunos viviendo solos después de vivir con nuestros papás. Hay un montón de cosas que se realizan en silencio, determinadas por años previos de experiencia, que dejamos de verlas y las damos por sentado.

Tenemos la sensación de que los procesos son sencillos (vivir solos y la democracia), que no hay nada que nos agregue a la calidad de vida que ya tenemos y que podemos vivir perfectamente sin que nadie tenga que dictarnos reglas que son, además, caras y levemente aburridas. O eso pensábamos.

Sin embargo, cuando pasa una semana y nos damos cuenta que el bote de basura se tiene que lavar y ese proceso no lo hace nadie. En el caso de la democracia, vemos que la equidad de los votos en los estados es importante y se logra a base de una construcción especializada y cuidada desde hace décadas.

También notaremos que hay un proceso específico que permite un voto accesible para quienes son analfabetas y que también hay reglas, y procesos para poder incluir a las personas con discapacidad.

Es ahí cuando notamos que había todo un entramado que dábamos por sentado porque su equilibrio se hacía silenciosamente presente. Ahora que falta, nos damos cuenta que es indispensable y quizá el lado bueno es que estamos a buen tiempo de resguardarlo y reclamar que continúe su vigencia.

El laboratorio electoral, un think tank creado en 2017, publicó recientemente el estudio: Elecciones Judiciales: Integridad y Geografía electoral, donde se detalla parte del desequilibrio en esta elección.

En 8 estados de la República: Baja California, Coahuila, Ciudad de México, Estado de México, Jalisco, Nuevo León, Tabasco y Veracruz se elegirán unos 408 puestos de jueces, magistrados y suman casi el mismo número de espacios que hay en todos los otros estados de la República.

Otro dato: por cómo están organizados los juzgados, la población de Ciudad de México elegirá algunos de los jueces que determinarán ciertas materias. El ejemplo más claro, los que tienen que ver con competencia económica y telecomunicaciones.

Quienes resolverán esta materia serán electos únicamente por la población de Iztapalapa. Un universo de unas 750 mil personas.

Y aquí la duda genuina: ¿los defectos que tiene esta elección tienen que ver con errores de diseño o son una decisión deliberada?

La construcción de la democracia y todas las prácticas que se han ido perfeccionando a lo largo de los años siguen ahí. Nuestra misión es que la práctica de estas elecciones judiciales sea solo un mal recordatorio de lo que sí tenemos y las virtudes de nuestro sistema.

 

    @Micmoya

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