Por Salvador Guerrero Chiprés
En las y los maestros reside un poder de transformación estructural. Requiere compromiso de familias, alumnas y alumnos y del conjunto de la sociedad. En torno de esa convergencia puede deconstruirse mejor educación y más seguridad escolar.
Además de ser parte fundamental de la formación académica de millones de niñas, niños y adolescentes, los docentes están en una posición privilegiada para forjar cultura de prevención ante accidentes, delitos o mal uso de las líneas de emergencia.
En las aulas imparten matemáticas y gramática, y también moldean hábitos, actitudes y valores cívicos.
Enseñan a sus estudiantes a cruzar calles con cuidado, qué hacer ante un temblor, por qué no bromear con llamadas falsas al 9-1-1. Siembran una forma de habitar el espacio público con responsabilidad. La educación no se limita a transmitir conocimientos, se extiende a la formación de personas capaces de convivir con otras en entornos seguros, justos y sostenibles.
Detectar señales de riesgo en sus alumnos: una herida sospechosa, un silencio prolongado, un cambio abrupto de conducta es de enorme relevancia. La prevención inicia con su capacidad de ver y reportar.
Cada día, en promedio, en las líneas del C5 —911, *765, 089 o la Antiextorsión 55 5036 3301— atendemos 30 reportes relacionados con escuelas, principalmente por agresiones, personas sospechosas, escándalo en vía pública y lesionados por caída.
En la Ciudad de México, la Jefa de Gobierno, Clara Brugada, planteó un ambicioso programa de inversión en infraestructura escolar con las escuelas como el espacio público más importante de la comunidad. A la comunidad le interesan iluminación adecuada en los entornos, rutas seguras, protocolos de actuación.
Este Día de las y los Maestros es oportunidad de reconocimiento. Maestros de la educación y la seguridad.
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