Por Eduardo López Betancourt
A unos cuantos días de que se presente un hecho inédito en nuestro País, se habrán de “elegir” a ministros, magistrados y jueces federales. Tal fenómeno se ha caracterizado, por la improvisación, la imprudencia y sobre todo la confusión.
La idea es sumamente noble en base a que la Soberanía reside en el pueblo, es correcto que sea éste quien designe a sus funcionarios, en todos los ámbitos. La tradición es que los “hombres de la toga” eran designados por los otros poderes (Ejecutivo y Legislativo) lo cual era un desaseo, dando por resultado que muchos de esos personajes carecían de la preparación requerida y, lo peor, que su conducta estuvo siempre viciada de actos de corrupción.
Graves errores se están cometiendo en este importante Proceso Electoral, el primero de ellos es que no se seleccionaron candidatos adecuados, esto es, con antecedentes que mostraran su calidad profesional, al final “se colaron” sujetos impresentables, algunos descarados violadores de la ley, carentes de calidad jurídica y moral. En esta tesitura, los próximos “aplicadores de la ley” serán personajes anodinos, inaceptables, carentes de calidad profesional. Por supuesto, entendemos que se darán casos de excepción, pero la mayoría son producto de la osadía, mismos que responderán a intereses bastardos ligados a la delincuencia organizada.
Por otro lado, es evidente la desorganización, se invita a votar con un sinnúmero de boletas, todas ellas confusas, cuyos resultados serán el fracaso, de lo que insistimos hubiese sido de gran beneficio para México.
Al final de cuentas, esta mala experiencia tendrá que servir de sustento para enmendar el camino, en particular para buscar medidas y evitar sean los juzgadores sujetos inadecuados, impreparados y corruptos.
México reclama buenos jueces, también es correcto sean electos por el pueblo, pero los candidatos que se les presenten deberán de ser poseedores de preparación de ética y sobre todo de vocación.
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