Por Juan R. Hernández
“Tan malo el giro como el colorado”, dirían en mi rancho. Y así estuvo el desfile de comparecencias de los aspirantes a la Jefatura de Gobierno, Luis Mendoza por Benito Juárez y Javier López Casarín por Álvaro Obregón, donde lo que menos hubo fue civilidad. Los equipos de ambos personajes llegaron no como asesores ni simpatizantes, sino como guaruras disfrazados de porristas. Literalmente “iban abriendo paso” entre los reporteros como si se tratara de jefes de Estado y no de simples aspirantes.
—¡Quítate, que va a pasar el alcalde!, gritaban algunos. No faltó quien con sarcasmo murmurara: “Ya va a pasar el virrey”, comentario que, por cierto, molestó profundamente a López Casarín. Su séquito exigía un pasillo libre, digno de alfombra roja, para que él y su comitiva desfilaran sin interrupciones. El colmo fue que sus simpatizantes no dejaban pasar ni a la prensa, lo que encendió el enojo general. Una cosa es apoyar, y otra muy distinta, impedir el trabajo de quienes informan.
Encima, en sus comparecencias, los alcaldes salieron raspados. Les llovieron reclamos: inseguridad, abandono ciudadano, servicios públicos deficientes y hasta falta de transparencia en el manejo presupuestal. Como era de esperarse, salieron con las típicas cifras alegres que ya nadie cree.
Pero pasemos a temas más esperanzadores: este 17 de mayo se celebrará el Día Mundial del Reciclaje. Y sí hay algo que aplaudir. De acuerdo con un estudio de ARCONTE, el PET se percibe como el material más reciclado en México. La asociación civil ECOCE, con más de 20 años promoviendo el reciclaje, reporta un crecimiento del 11% en la capacidad instalada para el acopio de PET. Hoy reciclamos 8 de cada 10 botellas.
En medio de tanto reciclaje político, al menos el plástico sí está encontrando un buen destino.
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