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Concluye Semana Nacional de Vacunación 2025 Incautan más de una tonelada de cocaína en costas de Guerrero

Fumar es una decisión personal, claro está. “¡Déjeme, con mis pulmones yo hago lo que quiero!”, podría decir alguno. Y sí, cada quien vive a su manera, pero hay un pequeño detalle: fumar no solo es una cuestión de voluntad, también es un hábito que engancha. No es que condene o satanice el tabaco; de vez en cuando, un par de fumadas pueden ser hasta placenteras. El problema está en la nicotina, esa pequeña traidora que convierte el gusto en necesidad.

En México hay aproximadamente 15 millones de fumadores, de los cuales 1.8 millones son adictos. Cada año, cerca de 94 mil personas terminan hospitalizadas por complicaciones relacionadas con el tabaquismo: cáncer de boca, pulmones, garganta, problemas de presión arterial, enfermedades cardíacas, diabetes, impotencia… La lista sigue. No es un cuento moralista: es un hecho. El humo se convierte en enfermedad y, en muchos casos, en muerte prematura.

Y si crees que cambiar el cigarro por el vaporizador (o el famoso “vape”) es una opción saludable, piénsalo dos veces. El cigarro ya tiene su dosis de veneno: cromo, arsénico, veneno para ratas. Pero el vape, aunque suene moderno y “menos nocivo”, no se queda atrás. También provoca inflamación pulmonar y puede causar cáncer. Al final, el daño no depende solo del método, sino del hábito de introducir humo y químicos al cuerpo.

¿Por qué seguimos fumando entonces? Quizá sea cuestión de cultura. El tabaco no siempre formó parte de la vida cotidiana; en América, antes de la llegada de los europeos, se usaba solo en ceremonias rituales. Fue después del contacto con Europa cuando el tabaco conquistó el gusto de muchos. Aquellos cigarros grandes y ceremoniosos se volvieron cada vez más pequeños y prácticos, hasta convertirse en compañeros diarios de millones de personas.

No es que diga que el tabaco debe desaparecer por completo, pero sí creo que muchos podrían haberse evitado problemas graves de salud si no hubieran encendido ese primer cigarrillo. A veces, el verdadero placer está en el poder de decidir por uno mismo, y esa decisión puede ser la de vivir mejor, respirando aire limpio y dejando de lado el humo que envuelve más problemas de los que parece.

 

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