A la espera del Cónclave, un momento crucial para la Iglesia católica, más de 25 mil personas visitaron la tumba de Francisco en la basílica dedicada a Santa María la Mayor de Roma, indicaron fuentes policiales.
Unos 400 mil fieles participaron el sábado en su último recorrido por las calles de Roma y en la misa funeral en el Vaticano, en presencia de decenas de mandatarios mundiales como Donald Trump, Javier Milei y el rey Felipe VI de España.
Entre la multitud había muchos jóvenes que viajaron a Italia para asistir a la canonización de Carlo Acutis, el primer santo milenial, pero pospusieron la ceremonia.
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Algunos acudieron este domingo a la última morada de Jorge Mario Bergoglio, fallecido el pasado lunes a los 88 años.
“Me hubiera gustado verle en la vida real, pero esto también ha sido especial. Me alegra estar cerca de él, un papa que ayudó a todo el mundo”, dijo Julia Graf, una adolescente austríaca de 13 años.
ABRAZO CELESTIAL A FRANCISCO
La sepultura del 266º sumo pontífice es un reflejo de la imagen de sencillez que quiso dar en vida. Está situada en la lateral del templo del siglo V, en un antiguo armario para candelabros, entre dos confesionarios.
Franciscus, su nombre de papa en latín, es la única inscripción en la lápida de mármol, procedente de la región italiana de sus abuelos. Una copia de la cruz del buen pastor, que siempre lucía en el pecho, corona el conjunto, aunado a ello, una rosa blanca puesta sobre la cripta recuerda su devoción por santa Teresita del niño Jesús.
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Francisco escogió este lugar por su cercanía a la imagen de la virgen Salus Populi Romani, a la que rezaba antes y después de cada viaje. Fue el primer papa en ser inhumado fuera del Vaticano desde León XIII en 1903.
Su papado reformista estuvo marcado por la lucha contra la pederastia en la Iglesia, por el impulso del papel de mujeres y laicos, y por poner el foco en pobres y migrantes, entre otros.
Muchos fieles están preocupados por el perfil del futuro Pontífice.