Las decisiones de Palacio Nacional para echar a andar reacciones de reorganización del desarrollo industrial y agropecuario mexicano ante los aranceles son muy acertadas…, pero, como siempre, y muy a la mexicana, incompletas y demasiado tarde.
El Tratado de Libre Comercio que se comenzó a negociar en febrero de 1990 buscó abrirle a México un mayor flujo de exportaciones hacia Estados Unidos como el mercado de consumo más lógico y cercano. Pero el problema fue qué tipo de productos mexicanos, sobre todo por la falta de capacidad para producir bienes propios.
En este sentido, el desafío del Tratado estuvo en la decisión de Estado para construir un nuevo modelo de desarrollo industrial de agropecuaria; pero no, por razones de los presidentes Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador, la decisión política fue sólo aprovechar la exportación sin fortalecer la participación mexicana en la producción intermedia de los productos comerciados.
El Tratado hizo pasar a México de una fase de industrialización hacia adentro y por lo tanto muy limitada a una subordinación a productos plurinacionales, pero la participación de México en ese proceso intermedio fue menor y terminamos en una República maquiladora o de simple ensamble.
La decisión autoritaria de Trump de regresar a Estados Unidos las plantas que salieron por la globalización puso a México ante la opción de tomar ahora sí en serio el modelo de una nueva industrialización. Y ahí está atorada la decisión estratégica de la presidenta Sheinbaum: sí quiere la diversificación, pero el Estado mexicano no tiene dinero y la empresa privada se desarticuló productivamente y tardará años en salirse del esquema de maquila o ensamblaje.
El Tratado sigue siendo la única opción, pero requiere de un Estado diferente al que conocemos: neoliberal-populista y populista-neoliberal.
Zona Zero
Las informaciones de decomisos de droga y de arrestos de mandos menores de los cárteles mexicanos están siendo bien recibidas en Estados Unidos, pero su procesamiento es secundario porque lo que está esperando Washington es la destrucción física de las estructuras del narco y el arresto de los -dicen ahí con mucha seguridad- políticos y funcionarios que están protegiendo el funcionamiento de los seis cárteles mexicanos que ya fueron caracterizados como terroristas. EU quiere peces gordos, muy gordos, del narco mexicano.
(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.
@carlosramirezh