Redacción
Meta Platforms Inc. se encuentra en el centro de un proceso judicial que podría transformar su estructura empresarial. Las autoridades federales han llevado a la compañía ante los tribunales bajo la acusación de haber consolidado un monopolio al adquirir Instagram y WhatsApp, dos plataformas que han jugado un papel crucial en su expansión hacia los dispositivos móviles y en su permanencia dentro del gusto del público joven.
El juicio, iniciado en Washington, podría desembocar en la separación forzada de estas filiales. La Comisión Federal de Comercio sostiene que Meta ha bloqueado de forma deliberada el crecimiento de posibles competidores, optando por absorberlos en lugar de enfrentarlos en el mercado. Este enfoque, según los reguladores, ha limitado la innovación y ha restringido las opciones disponibles para los usuarios.
La demanda tiene sus orígenes en una estrategia que Meta habría seguido desde sus primeros años, cuando su liderazgo priorizó la compra de proyectos emergentes como vía para mantener su dominio. La adquisición de Instagram en 2012 y la de WhatsApp en 2014 marcaron un cambio importante en la manera en que la empresa abordó a sus rivales, ya que estas plataformas no fueron integradas por completo, sino que continuaron operando con relativa autonomía.
En el juicio, se ha señalado que la política interna de la compañía incluía obstáculos para frenar el crecimiento de otras aplicaciones que intentaban abrirse paso en el mercado, especialmente en momentos en que la industria giraba desde las computadoras hacia los teléfonos móviles. Para la FTC, esas prácticas formaron parte de una estrategia destinada a blindar su posición dominante, no a competir con base en méritos.
Por su parte, Meta ha defendido la legalidad de sus decisiones empresariales. La empresa considera que el entorno actual de redes sociales está repleto de actores poderosos que disputan su espacio en el mercado, y menciona a TikTok, YouTube y otras plataformas como ejemplos claros de una competencia vigente y activa. A su juicio, el enfoque de la FTC pasa por alto esta realidad y plantea un marco demasiado limitado para evaluar su posición.
Este juicio representa uno de los mayores retos legales que ha enfrentado Meta en los últimos años. También servirá como termómetro para evaluar el alcance de las leyes antimonopolio en una economía digital caracterizada por su dinamismo. El resultado del proceso, que será determinado por el juez federal James Boasberg, podría establecer un precedente significativo para otras compañías tecnológicas que también han sido señaladas por prácticas similares.
Tanto Google como Amazon se encuentran bajo escrutinio en procesos paralelos, lo que refleja una ofensiva regulatoria más amplia por parte del gobierno federal. En el caso de Google, por ejemplo, el tribunal ya emitió un fallo que lo considera un monopolio ilegal, y se espera que la etapa final de ese proceso inicie en los próximos días.
A medida que los tribunales enfrentan disputas relacionadas con tecnología, se vuelve cada vez más evidente la tensión entre un marco legal originado en el siglo XIX y los desafíos únicos que presentan las plataformas digitales contemporáneas.