Mal que bien, como objetivo o circunstancia, el caso es que el presidente Donald Trump ya ha redefinido su estrategia geopolítica: la restauración del mundo bipolar que terminó con la derrota de la Unión Soviética en 1989-1991 y el desdén hacia países que militarmente no representen una amenaza para la Casa Blanca.
Estados Unidos y Rusia -la maldición de Tocqueville en su texto La democracia en América– se presentan ya como los dos polos geopolíticos. China, en el fondo, no representa un polo real porque carece de una política militar agresiva, invasora o destructora de otras naciones, aunque jugará una cancha de Putin.
Trump parece decidido a regresar a los tiempos de EU como El Llanero Solitario la geopolítica militarista; antes no tenía el precario poderío militar de Europa, sino la subordinación de esa parte central del planeta a los intereses del capitalismo. De manera emergente, Europa está rearmándose pero con presupuestos y fuerzas efectivas que nada tienen que hacer frente a Rusia o a Estados Unidos.
El presidente Trump ha sabido usar la energía de su poderío político y los aranceles como misiles de destrucción masiva y con ellos ha dominado a Canadá y a México y en la realidad ni le preocupa el destino de Sudamérica porque sabe que al final de cuentas esos pequeños mercados -con excepción de Brasil- están subordinados al comercio estadounidense.
En 1945, la Cumbre de Yalta se repartió el mundo bajo la dirección de Gran Bretaña como la fuerza militar que ayudó a los aliados a derrotar a los nazis, Estados Unidos y la Unión Soviética, excluyendo de manera ostentosa y hasta grosera al Vaticano que se quiso colar como fuerza moral en la geopolítica y que fue desdeñada de manera muy directa por Stalin: “¿cuántas divisiones (militares) tiene la iglesia?”
La política exterior de México se tiene que acomodar a este nuevo escenario geopolítico.
Zona Zero
En el anuncio de los aranceles comerciales del miércoles 2 de abril, el presidente Trump recordó que sigue vigente su consigna de que se aplicarán narcoaranceles a México si no desmantela las estructuras de los narcoterroristas y si no -sobre todo- desensambla el apoyo político e institucional del Estado mexicano y sus representaciones en gobiernos estatales a los cárteles del narcotráfico. Trump repitió por enésima vez que los cárteles mexicanos tienen el apoyo del Estado mexicano. Y hasta ahora, México sólo ha aumentado decomisos y no ha desarticulado a los cárteles.
(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.
@carlosramirezh