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La innovación tecnológica lamentablemente desplaza cada vez más a las labores manuales que luchan por sobrevivir. Un ejemplo es Mauricio, quien desde hace 32 años, se desempeña como relojero, oficio que se aferra a permanecer vivo ante la llegada de relojes inteligentes.

En un pequeño local en la calle Palma, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, Mauricio labora entre pilas, correas, engranajes y demás piezas de refacción.

A pesar de las creencias, no fueron los relojes inteligentes, sino los celulares, los que marcaron un cambio en el oficio, aseguró Mauricio en entrevista con 24 HORAS.

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“Tiende a desaparecer, no tanto con los relojes inteligentes, sino que el oficio ha ido decreciendo con el celular, con el cambio de la tecnología”, reconoció.

El conflicto con las nuevas tecnologías, indicó, no consiste en la disminución de clientes, sino en el cierre de fábricas que elaboraban las piezas y, por consiguiente, no es posible conseguir las refacciones.

Aunado al cierre de manufactureras, los relojeros se enfrentan a estrategias de grandes empresas que dificultan, aún más, la disponibilidad de piezas para reparación.

“La relojería se ha hecho un monopolio, las grandes marcas que existen en la actualidad se hicieron de grupos y ahora a los relojeros exteriores no nos venden la refacción, para que los clientes reparen sus piezas directamente con la marca”, explicó.

Reparación de años

Hace aproximadamente 10 o 15 años, si se requería una pieza de alguna marca, podías ir directamente y te la vendían; después decidieron no vender más a relojeros externos y esa también es una desventaja para el oficio, abundó.

A pesar de las dificultades, la relojería se mantiene vigente y quienes se dedican a esta labor se adaptan a las condiciones y el mercado, diversificando sus clientes.

Sobre su carga de trabajo, Mauricio compartió que, al día, repara un promedio de tres piezas, aunque recibe un número mayor de pedidos que van quedando en lista.

“Aquí viene todo tipo de gente, también le trabajamos a relojerías que ya no tienen relojeros. Es muy variable, al día reparo tres, pero recibo muchos más, porque vienen clientes y dejan sus encargos”, indicó.

Ya fueran de sol o de arena, desde tiempos antiguos, los relojes han formado parte de la cultura; sin embargo, con el avance tecnológico, han evolucionado.

De ser una herramienta básica para medir el tiempo, en la actualidad son un accesorio de miles de pesos, para las tareas diarias. No obstante, el oficio de relojero subsiste, haciendo frente a los distintos obstáculos.

 

 

 

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