Por Ricardo Sevilla
Ricardo Salinas Pliego odia con toda su alma a los gobiernos de la Transformación.
Es decir: a los dos últimos gobiernos federales encabezados por Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum.
Y es que el dueño de Televisión Azteca, en otros sexenios, estaba acostumbrado a imponer las reglas de su juego a los gobiernos del PRIAN.
¿A qué me refiero?
A que los últimos cinco presidentes de oposición, Enrique Peña Nieto, Felipe Calderón, Vicente Fox, Ernesto Zedillo y Carlos Salinas de Gortari allanaron el camino y dieron todas las facilidades al dueño de Grupo Elektra para que, en un tiempo récord, se convirtiera en uno de los hombres más ricos de México.
Desde hace varias décadas, Salinas Pliego ha recibido la ayuda del Estado mexicano para construir un emporio financiero.
Para nadie es un secreto que, para la compra de Imevisión, recibió 30 millones de dólares de Raúl Salinas de Gortari, hermano de la expresidente priísta Carlos Salinas de Gortari.
Y desde entonces Salinas Pliego ha utilizado a uesa concesión televisiva para presionar y coaccionar a los gobiernos de Fox, Calderón y Peña Nieto para obtener contratos a granel y un trato tan privilegiado como desconcertante.
Pero Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum se han negado rotundamente a bailar al ritmo que Salinas Pliego ha querido imponerles.
Y ese es precisamente el principal motivo del encono y la virulencia que ha lanzado contra los últimos dos gobiernos federales, a quienes ha llamado “gobiernícolas”
y que, incluso, lo ha llevado a cometer violencia política de género.
El dueño de Grupo Salinas está fuera de sí, porque estos dos últimos gobiernos no solo no le temen ni han cedido ante sus embates, sino que, muy por el contrario, han exhibido que no paga impuestos y que ha sostenido un inefable contubernio con el corrupto Poder Judicial que está por reformarse.
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