Por Jorge Gómez Naredo
Felipe Calderón llegó a la presidencia de México vía un fraude electoral. Durante toda la campaña de 2006, estuvo abajo en las encuestas y, sus asesores, desesperados, le apostaron a difundir campañas de guerra sucia en contra Andrés Manuel López Obrador.
Esas campañas, que las emitió principalmente el PAN, pero que también las lanzaron las cúpulas empresariales y las hizo suyas el expresidente Vicente Fox, influyeron en la elección y, por ende, se debieron haber anulado las elecciones. Además, hubo irregularidades como compra de votos, manipulación de datos, etcétera.
Así pues, Felipe Calderón fue un presidente ilegítimo, o lo que es lo mismo, espurio.
Hace unos días el panista le otorgó una entrevista a Yordi Rosado donde, con un cinismo enorme, afirmó: “Primero, en las encuestas nosotros estábamos arriba […] En las encuestas que tenía el propio Andrés Manuel López Obrador, yo iba arriba. […] Mis opositores sacaron una estrategia de contar primero las casillas que habían ganado y dejar las que había ganado el PAN al final […] Terminan de cantar las de ellos, y empiezan a contar inevitablemente las que había ganado yo, que son mayoría, y tras tras tras, empiezo a subir, [y] cruzo [a AMLO] como a las cuatro de la mañana. Yo creo que ese momento fue cuando disfruté más la victoria, muy padre, emocionadísimo”.
Esto que afirmó Calderón no tiene lógica: las casillas se comenzaron a contar como iban llegando y eso no dependía de si eran las ganadas por López Obrador o por el propio Calderón. AMLO no pudo imponer al Instituto Federal Electoral una fórmula para contar al principio las que había ganado él. Es decir, lo que afirma Calderón es una completa mentira.
Calderón es un mentiroso consumado. Hizo fraude en 2006 y fue un presidente ilegitimo. Además, durante su gestión, convirtió a México en uno de los países más violentos del mundo. Simplemente, es un impresentable.
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