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En toda comunidad fortalecida reside la oportunidad de interrumpir el ciclo de violencia. En el caso de la escolar es especialmente cierto para evitar reclutadores de niñas, niños y adolescentes por parte de grupos delictivos con promesas de ascenso rápido en el escalafón social y/o para imponer el consumo de drogas.

El reclutamiento de menores de edad es una problemática y preocupación global. Vulnera los derechos fundamentales de las víctimas y perpetúa condiciones de violencia y delincuencia.

De acuerdo con estimaciones de la Cruz Roja Internacional alrededor de 300 mil niñas y niños son forzados a participar en conflictos armados o situaciones criminales, malos tratos y abusos sexuales. En México, organizaciones civiles calculan que podrían ser unos 35 mil.

Los datos exponen la necesidad de políticas públicas para prevenir esa problemática, señalada, por ejemplo, por la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, como la urgencia de evitar que las y los menores de edad corten su ciclo escolar y se conviertan en “carne de cañón” de los grupos delictivos. O consumidores de sustancias tóxicas, ilegales profunda y mortalmente adictivas como las variedades sombrías del fentanilo.

Se fortalecen las oportunidades para el desarrollo de este sector de la población con becas para diferentes grupos etarios —iniciadas en la capital nacional por la ahora presidenta Claudia Sheinbaum—, así como un modelo de seguridad escolar encaminado a enfrentar la venta de droga y el porrismo en las inmediaciones de los planteles públicos y privados. Y ello requiere siempre a la comunidad sin la cual no hay ninguna seguridad y menos aún seguridad escolar.

Niñas, niños y adolescentes pueden peligrosamente normalizar conductas delincuenciales y ser más susceptibles al reclutamiento, con repercusiones profundas para ellos y sus familias. La participación en actos delictivos genera traumas y trastornos mentales, como estrés postraumático, depresión y ansiedad.

Los menores involucrados en el crimen organizado son estigmatizados y es compleja su reinserción social. Su incorporación al crimen organizado es delictivamente buscada para la continuidad de estas estructuras delictivas y alimenta ciclos de violencia con daño comunitario.

Este 12 de enero, Día Mundial contra el Uso de Niños Soldados, además de recordar a quienes han sido empleados por grupos armados, es necesario acompañar estrategias para evitar el reclutamiento, alejarles desde edad temprana de entornos criminales y construir espacios de paz y seguridad alrededor de las escuelas.

El programa Auxilio Escolar, presentado por Brugada esta semana, promueve la participación comunitaria para construir caminos de paz a la entrada y salida de los planteles, con la presencia de servidores públicos y el fortalecimiento de la videovigilancia desde el C5.

Sólo a través de esfuerzos conjuntos y sostenidos se podrán formar entornos apropiados para niñas y niños.

 

       @guerrerochipres

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