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Por Sabina Berman

He acá lo más inquietante de Trump. No tiene una imagen de a dónde conducen las cien enormes medidas que está tomando desde la presidencia del país más poderoso del mundo.

Paul Krugman, experto en comercio internacional, Premio Nobel de Economía, lo estima así.

“Por más que me esfuerzo, no encuentro algún escenario en que las tarifas de Trump a Canadá y México y la deportación de indocumentados resulten en algo bueno. Son medidas muy, muy destructivas.”

Al interior de los EUA, las tarifas harán elevarse los precios en los supermercados.

Exactamente esos precios que Trump candidato prometió a los trabajadores gringos que bajarían.

Y expulsar al mayor sector de mano de obra de EUA, los indocumentados, tendrá también un efecto inflacionario. Los millones de puestos de trabajo que dejarán vacantes, tendrán que ser llenados por trabajadores que cobrarán salarios mínimos completos o aún más altos.

La agricultura y las fábricas gringas verán sus costos subir de golpe, y mucho, y en consecuencia sus productos costarán también mucho más.

Además, Trump interferirá con las agencias regulatorias de la economía, prevé Krugman, y eso llevará a un caos interno nunca visto.

Eso en cuanto al interior de la Patria de Trump. Hacia afuera, Krugman todavía no se expresa sobre los efectos de las medidas trumpistas. Lo estamos invitando a Largo Aliento para que lo haga. Pero se avizoran igual de nocivos.

El T-MEC se habrá roto. Las empresas gringas en México y Canadá tendrán que emigrar a los EUA y verán los costos de su operación elevarse dramáticamente. Y perderán los mercados internacionales.

Roto el T-MEC, las economías de los primeros dos países se verán también de golpe encogidas y tendrán que buscar socios nuevos.

Si Trump también pone tarifas contra los productos europeos, que es lo que ha prometido, la catástrofe económica se correrá por Europa Occidental. 

Cabe entonces preguntarse ¿quién gana con este desastre?

China.

El segundo país más poderoso del mundo, que por lo pronto guarda silencio.

Pronto la veremos acercarse a México y Canadá y Europa, para ofrecer sus tratos usuales: invertir en monumentales obras de infraestructura a cambio de que sus productos, más baratos que los gringos, entren y conquisten los mercados locales.

“No, no imagino un solo escenario donde las medidas de Trump no sean destructivas”, dijo con rostro atormentado Krugman hace un par de semanas.

Curiosa la democracia como sistema: ha puesto en el trono del Imperio Norteamericano a su destructor.

Y Xi Jinping debe estar llorando de felicidad. Trump le regala el planeta.

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