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Redacción

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, confirmó que el gobierno de Nicolás Maduro accedió a recibir a los venezolanos deportados desde Estados Unidos, luego de que su administración revocara la extensión del Estatus de Protección Temporal (TPS) que había sido otorgado por el presidente Joe Biden. Esta medida afecta a miles de migrantes, quienes ahora enfrentan la pérdida de su autorización para trabajar en ese país.
El fiscal general de Venezuela, Tarek William Saab, consideró como un éxito diplomático el acuerdo alcanzado entre ambas naciones, destacando que esta acción pone en una posición incómoda a la oposición venezolana. En este contexto, Washington no retiró las licencias de operación de Chevron ni de otras empresas petroleras estadounidenses en Venezuela.

El acuerdo, que también incluye a miembros del grupo delictivo Tren de Aragua, fue negociado en secreto por la Casa Blanca. La aprobación de Nicolás Maduro para recibir a los deportados fue facilitada por una visita de Richard Grenell, enviado especial de Trump, quien viajó a Caracas para concretar el pacto. A su regreso a Estados Unidos, Grenell compartió que había logrado liberar a seis ciudadanos estadounidenses que se encontraban detenidos en Venezuela acusados de terrorismo y mercenarismo.

En este acuerdo, no se ofrecieron concesiones financieras a Maduro, más allá de la oportunidad de mejorar las relaciones con Estados Unidos. Grenell, el único alto funcionario estadounidense que ha visitado Venezuela en años, describió su visita como un gesto significativo para el mandatario venezolano.

Maduro, por su parte, destacó que la conversación con Grenell fue abierta y constructiva, y expresó que cualquier persona dispuesta a dialogar con su gobierno será siempre recibida. A pesar de que la mayoría de los países de la región no reconocen su administración, y enfrenta acusaciones de narcotráfico y corrupción en Estados Unidos, esta visita le permitió reivindicar su legitimidad internacional.

El encuentro generó reacciones mixtas, incluso dentro del propio partido republicano. Elliott Abrams, ex enviado especial de Trump para Venezuela e Irán, criticó la visita, considerándola una forma implícita de reconocimiento a Maduro, algo que podría haberse evitado si Trump hubiera abordado el tema directamente.

 

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