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El orden global se encuentra en una etapa crítica de redefinición, especialmente en el contexto de la nueva visión política de América del Norte. Este proceso no sólo involucra a Estados Unidos y Canadá, sino que también está marcado por el ascenso de la ultraderecha, que adopta una postura confrontativa hacia México, particularmente en el marco del T-MEC.

Las recientes declaraciones y enfoques de Donald Trump han puesto sobre la mesa temas clave de una agenda multidimensional: migración, seguridad, el programa Remain in Mexico y otros aspectos fundamentales como el medio ambiente. Por lo que es en este entorno donde se presenta el Plan México, una estrategia que, a manera de respuesta, busca redefinir la economía nacional a través de un enfoque transversal y multidimensional.

En ese marco, y adicional a lo anterior, me parece que no es menor el impacto de un Estados Unidos que se retira, por segunda vez, del Acuerdo de París, una decisión que socava los esfuerzos globales para enfrentar el cambio climático. Este escenario no sólo afecta los compromisos multilaterales, sino que tiene implicaciones directas para México: un país que, aunque no emite ni de cerca los niveles de su vecino del norte, es profundamente vulnerable a los efectos del cambio climático. Sequías, huracanes y desertificación no son amenazas lejanas; son una realidad que ya golpea a nuestra economía y a nuestras comunidades más desprotegidas.

En ese sentido, el plazo de un año estipulado para la salida efectiva del país pone en jaque las promesas de reducción de emisiones de Estados Unidos, que bajo la administración demócrata habrían alcanzado hasta un 66% para 2035. De modo que ahora, sin un marco que los vincule, el país se deslinda de estos objetivos, convirtiéndose en un actor clave en la erosión de los esfuerzos globales contra el cambio climático.

Sin duda, Trump no sólo amenaza con desmantelar acuerdos climáticos, sino que también está dispuesto a endurecer su posición migratoria y comercial hacia México. Recordemos que el T-MEC no es un salvoconducto, sino un acuerdo que puede ser modificado.  Por lo que México necesita más que un plan en el papel. Requiere liderazgo, visión de largo plazo y, sobre todo, voluntad para tomar decisiones difíciles.

Esto, toda vez que el impacto de esta salida es doble. En el plano medioambiental, limita el avance de proyectos clave en energías limpias, innovación verde e infraestructura sostenible, mientras que para el sector social y privado, la incertidumbre en torno al compromiso de Estados Unidos podría desincentivar las inversiones necesarias en la transición hacia una economía baja en carbono, ya que la salida de un actor tan relevante puede restar confianza en el cumplimiento de los objetivos climáticos internacionales.

Ante tales circunstancias, el gobierno de México debe abordar la lucha contra el cambio climático, la gestión de la migración y el comercio de manera integrada, evitando tratarlos como asuntos aislados. Es esencial desarrollar políticas coordinadas, bien estructuradas y basadas en datos sólidos; ya que tanto las oportunidades como los retos están presentes, y aunque las soluciones son evidentes, nadie dijo que fuera fácil.

 

Consultor y profesor universitario

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