Washington, D.C.- El próximo lunes comienza un nuevo ciclo político institucional en Estados Unidos y la sociedad política de este país está a la espera de que el presidente Donald Trump anuncie los “cómo” de su discurso beligerantemente antiinmigrante y todavía sin perfilar algún nuevo proyecto de desarrollo que no termine con el T-MEC o que repita los de 2016 cuando Trump impuso algunas correcciones que no modificaron la esencia del mercado norteamericano.
El tema más sensible en el ambiente político de la capital de la nación es el de la migración en sus dos vertientes: Trump se puede ufanar de que su ofensiva contra el premier canadiense Justin Trudeau lo destronó de su cargo y pareció abrir un canal de mayor participación para la ultraderecha de ese país que se ajustaría a una relación de sumisión con Washington.
Y de su frontera sur, algunos analistas tienen claro que Trump no ha sabido definir qué demonios quiere hacer con México, sobre todo porque no hay muchas diferencias ideológicas en los perfiles populistas que gobiernan ambas naciones.
La Comunidad de decisiones de Washington tiene cara, en cualquiera de sus perfiles ideológicos, la percepción de que la migración mexicana es producto de la incapacidad económica de México para generar empleos mejor pagados, pero también entiende que la estructura de dominación del régimen mexicano tiene que ver con la centralidad presidencialista.
El tema fundamental con México está en los cárteles de la droga que están controlados por México, pero fuera del control de Estados Unidos, a pesar del arresto y juicio de sus principales capos dirigentes. La burocracia americana sabe que la caracterización de terroristas a esos cárteles en nada ayudará a resolver el problema, pero sí se convertirá en un conflicto adicional por la decisión autoritaria unidireccional de Washington.
Una vez que arranque el gobierno americano de Trump, habrá que esperar la reorganización de los llamados mexican desk u oficinas de gestión de los temas mexicanos.
Zona Zero
La reunión de la presidenta Sheinbaum con más de 2 mil presidentes municipales tuvo como tema presente, aunque no explicado, el mensaje de que la estrategia de seguridad va a buscar la desarticulación de las complicidades delincuentes-funcionarios que comienzan en la célula básica del municipio y que prácticamente los más importantes volúmenes de inseguridad son de fuero común que le corresponden a gobernadores y alcaldes.
(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.
@carlosramirezh
