Redacción
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, asumió el 10 de enero su tercer mandato consecutivo, en medio de un contexto marcado por la controversia sobre los recientes comicios. Un día después de su juramentación, Maduro pronunció fuertes declaraciones sobre la posibilidad de tomar medidas extremas ante lo que considera una amenaza a la soberanía de Venezuela. En un evento realizado en Caracas, el mandatario expresó que, en caso de una invasión, Venezuela, junto con Cuba y Nicaragua, estaría preparada para defenderse “con las armas en la mano” y en nombre del derecho a la paz y la soberanía.
Estas palabras fueron emitidas durante la clausura del Festival Mundial de la Internacional Antifascista, celebrado en la capital venezolana entre el 9 y 11 de enero. En este contexto, Maduro hizo un llamado a la creación de una “gran alianza mundial” similar a la que, según él, surgió hace ocho décadas para derrotar al fascismo. A lo largo de su discurso, también subrayó la necesidad de estar preparados para enfrentar lo que considera amenazas externas, particularmente de aquellos que han propuesto una intervención militar en Venezuela, como los expresidentes colombianos Álvaro Uribe e Iván Duque.
Maduro continuó su intervención haciendo referencia a su gobierno y a la oposición que cuestiona la legalidad de las elecciones que lo llevaron al poder. En particular, destacó la presencia de miles de delegados internacionales que apoyaron su toma de posesión, incluyendo representantes de varios países de América Latina, Europa, Asia y África, como Argentina, Brasil, Rusia, China e Irán. A pesar de la condena internacional y las acusaciones de fraude electoral por parte de la oposición, Maduro aseguró que su gobierno avanza en la defensa de los intereses de Venezuela y su pueblo.
En un tono desafiante, también reaccionó ante las críticas que sugieren una intervención externa. Aseguró que, aunque su gobierno preferiría la vía pacífica, también está listo para enfrentar cualquier intento de agresión. Estas declaraciones reflejan el clima de tensión política que persiste en el país, que enfrenta una grave crisis económica y social, con millones de venezolanos huyendo de la situación hacia otros países, según informes de la ONU.
El discurso de Maduro es un reflejo de las tensiones internacionales y la situación interna de Venezuela, un país con una creciente polarización política y económica. El mandatario ha dejado en claro que está dispuesto a defender su régimen a toda costa, mientras que la oposición sigue cuestionando la legitimidad de su mandato y exigiendo una solución a la crisis que afecta a millones de venezolanos.