Por Eduardo López Betancourt
elb@unam.mx
Corrupción, inmoralidad y descaro
Durante muchos años, México ha sido testigo de la corrupción, la inmoralidad y el descaro, consecuencia de la mala gestión de sus gobernantes. Presidentes, senadores y diputados, pero esto no se limita al ámbito federal, también se presenta en los estados y municipios, donde funcionarios de todos los niveles han amasado riquezas inconmensurables de manera inexplicable y no hay más justificación para ello, que el robo a las arcas del País.
Es insólito que cualquier persona que haya ocupado un cargo público, pueda vivir de manera modesta; por el contrario, muchos ostentan su riqueza mal habida sin ninguna delicadeza, inclusive tienen el cinismo de atribuirla a herencias o haber ganado la lotería.
El caso de los expresidentes es especialmente grave. Carlos Salinas de Gortari, se robó la Presidencia y ahora vive en Europa con una gran fortuna; Ernesto Zedillo Ponce de León, entregó los bienes de México a Estados Unidos, hoy por hoy radica en ese país con un gran patrimonio; Vicente Fox Quesada, vive en México, pero su esposa e hijastros, poseen un capital incalculable. Por su parte, Felipe Calderón Hinojosa, se hace pasar por un hombre católico virtuoso, pero en realidad es un impresentable que solo dejó daños irreparables y también vive en España como auténtico Marqués; por último, Enrique Peña Nieto, se maneja en el mundo del “Jet set” como uno de los principales “galanes”, quien ha atesorado una riqueza ilícita.
La manera más exacta de hacer dinero malo es a través de contratos y obras públicas. Recuerdo cuando hace 20 años fui contratado para hacer una entrega del Gobierno del Estado de México y descubrí una serie de inmoralidades, como que la Ciudad de Nezahualcóyotl había sido pavimentada cinco ocasiones en un sexenio, sin que se hubiera realizado ningún trabajo.
En México, no hay una obra pública que se haga sin que haya un porcentaje significativo que vaya a parar a los bolsillos de funcionarios corruptos. Es algo inaudito, lamentable y una de las razones por las que México sigue siendo un País con graves problemas de todo tipo.
La justicia debe ser real, cierta y tiene que llegar a todos los niveles, sobre todo a los expresidentes y funcionarios corruptos que han hecho del poder un medio para amasar fortunas mal habidas.
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