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En algún momento de su administración, Felipe Calderón debió tomar decisiones que afectaron su nivel de popularidad.

 

“Gobernar no es un asunto de popularidad’’, dijo, y asumió los costos que sus decisiones implicaron para él en lo personal y para su partido en lo general.

 

Basta decir que el PAN, después de dos sexenios consecutivos en la presidencia, no pudo mantenerla por un tercer periodo.

 

Si bien es cierto que ser popular no es sinónimo de eficiencia y que la popularidad se ha disfrazado en años recientes en algunas encuestas como “niveles de aceptación’’, estas mediciones no reflejan a ciencia cierta el sentir de las personas encuestadas o entrevistadas.

 

Hay en nuestra clase política una obsesión por la popularidad.

 

La popularidad llevó a Cuauhtémoc Blanco a la gubernatura de Morelos, con los resultados padecidos por todos los habitantes del estado: una caída brutal de la economía local debido a la inseguridad que se apoderó de la entidad, homicidios diarios, a todas horas, y la venta casi a precio de ganga de inmuebles que eran utilizados como casas de descanso de cientos de familias.

 

Por ser populares, muchos actores políticos que no tienen el nivel para las Cámaras de Diputados y Senadores ocupan un lugar y un escaño.

 

Para cambiar la narrativa, los ciudadanos deberíamos exigir mejores resultados, elegir a quienes aporten ideas para resolver problemas, experiencia en la administración, antes que pedirles que sean famosos.

 

Gobernar no es y no debería ser más un concurso de popularidad.

 

Ya ven las consecuencias.

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En Ecatepec, en donde realmente la vida parece no valer nada, sus habitantes y quienes deben transitar por sus vialidades, han pasado casi 48 horas de terror.

 

Bloqueadas todas sus avenidas principales por trabajadores del municipio (poco más de 4,000) que no han recibido sus tres últimas quincenas, ni aguinaldos, ni vales, ni nada, esta parte del Estado de México, la más poblada del país, padece la indiferencia del gobierno municipal y del estatal.

 

Hasta ayer a las 20:00 horas, ninguna autoridad había entablado negociaciones con los manifestantes a pesar del daño económico que se inflige al municipio.

 

Quizá la gobernadora Delfina Gómez y su secretario general de gobierno, Horacio Duarte, consideran que se trata de un asunto que compete solo al municipio pero, dadas las afectaciones que han sufrido habitantes, visitantes y comerciantes, deberían por lo menos haber sentado a ambas partes para llegar a un acuerdo.

 

Y mientras los trabajadores anuncian que no se moverán hasta que les paguen, en las redes sociales comenzó a circular el video de los 15 años de la hija del presidente municipal suplente, Jesús Palacios Alvarado, bailando despreocupadamente en un evento animado por el popular cantante de banda “El Mimoso’’, que nada más cobra dos millones de pesos por show.

 

¿Y los trabajadores? Que se jodan.

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Por cierto, el sueldo del presidente municipal de Ecatepec es de 47,000 pesos mensuales.

 

Alvarado ni siquiera tiene medio año como suplente de Fernando Vilchis (que gastó una fortuna en su campaña porque alguna vez soñó ser candidato de Morena a la gubernatura) y ya tiene suficientes ahorros para permitirse un festejo millonario.

 

Los trabajadores que bloquean las vías en Ecatepec, acusan que Vilchis se fue como diputado del PT sin pagarles millones de pesos en prestaciones diversas.

 

¿A poco sí?

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Para todos los lectores de 24 HORAS y muy especialmente a quienes siguen está columna, deseamos que pasen unas felices fiestas y un año mejor que el que está por concluir.

 

Nos leemos el próximo 6 de enero.

 

Gracias totales.

 

    @adriantrejo

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