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Algo sucede en Nuevo León que la violencia contra los comunicadores se intensifica. El domingo 1 de diciembre la reportera Victoria Monserrat García Álvarez fue atacada a balazos por hombres armados en Montemorelos, Nuevo León, causándole heridas; la noche del pasado domingo, dos días después un comunicador fue asesinado.

De 32 años, colaboradora de un portal digital de la zona citrícola de Nuevo León, la mujer circulaba a bordo de su camioneta Jeep Cherokee Laredo, color plata, sobre el Bulevar Capitán Alonso de León rumbo a su centro de trabajo tras una cobertura informativa, cuando le dispararon de otro vehículo en circulación.

El martes 3 de diciembre asesinaron al periodista argentino Adriano Bachega Olvera, de 53 años, que se naturalizó en México e hizo su vida en Nuevo León. Se trata del segundo asesinato de este sexenio, del que deben responder las autoridades, pero principalmente el Mecanismo, que depende de una secretaría que da cuenta de la violencia en el país.

El primer asesinato de un periodista en el actual sexenio fue Mauricio Cruz Solís, en Uruapan, Michoacán. Del año 2000 a la fecha han asesinado a 168 periodistas en el país, donde el primer lugar lo tiene el sexenio de Felipe Calderón, con 48.

El homicidio sucedió en las primeras horas del martes. Adriano Bachega se desempeñó como editor en jefe de un portal informativo, contaba con 30 años de experiencia además de otras ramas donde se especializó en consultoría de negocios, administración de PyMEs, gestión de redes sociales, etc.

Las autoridades desconocen las causas del asesinato a pesar de que revisan las últimas publicaciones del periodista.

Esta muerte es un punto negro más para el Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, que encabeza Enrique Irazoque y del que ya nadie habla, porque finalmente se anuló a sí mismo ante la ausencia de eficacia en sus vitales tareas. Así, poco a poco, desaparecerá para dejar más aún en la vulnerabilidad a los comunicadores, que, a decir verdad, los periodistas estaban más seguros sin esta “protección” que parecía más bien una manera de colocarlos en la línea de fuego.

Lo mismo sucede con la periodista Monserrat García, quien fue herida por arma de fuego en el brazo, luego de ser lesionada continuó su trayecto al volante hasta llegar al destacamento de la Policía Ministerial local, ubicado en el Barrio Zaragoza.

De estos incidentes los integrantes del Mecanismo, dependiente de la Secretaría de Gobernación, se enteran por los medios a pesar de tener una responsabilidad directa. Del Mecanismo no se ha dicho nada oficialmente desde que inició el sexenio, probablemente estén agazapados debajo de los escritorios escondiéndose para que no los corran por irresponsables. Se trata de una mafia de burócratas que al parecer se benefician de los asesinatos de los periodistas y que, de cierta fecha a la actualidad, carecen hasta de estadísticas de los comunicadores asesinados.

El Mecanismo no sólo tiene mala fama por no proteger adecuadamente a los periodistas afiliados a este servicio, sino que depura constantemente a sus afiliados con el pretexto de que no corren peligro o de que no hay presupuesto y se limitan solo a entregarles un botón de pánico que no ha servido para evitar un solo asesinato.

La nueva administración deberá voltear a ver si el mecanismo puede ser resucitado con eficacia o de plano o será una responsabilidad que el gobierno deba hacer a un lado.

PEGA Y CORRE.- Mi querido Héctor, llegan las sorpresas de las que te hablé. Muy merecidas por cierto. La primera, ganada a pulso, en busca del Bienestar de los veracruzanos; la otra viene a nivel federal, cuestión de horas…Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes

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