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El megacohete Starship de SpaceX despegó en su último vuelo de prueba con la presencia del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, quien asistió para ver de primera mano el espectáculo junto al multimillonario Elon Musk, en una nueva señal de su cada vez más estrecha relación.

Pero el líder republicano no tuvo la oportunidad de ver la primera sección propulsora del cohete ser recuperada por los brazos tipo “palillos” de la plataforma de lanzamiento, una maravilla de ingeniería utilizada por la compañía el mes pasado y que él personalmente elogió durante su discurso de victoria electoral.

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En cambio, el colosal propulsor Super Heavy realizó un amerizaje más moderado en el Golfo de México. Los representantes de la compañía argumentaron criterios técnicos no cumplidos, lo que frenó el éxito de un evento al que asistieron un grupo de figuras cercanas al magnate neoyorquino.

El presidente electo saludó calurosamente a Musk, luciendo una gorra roja con su lema mientras la pareja se dirigía a observar desde la torre de control de la base Starbase de la compañía en Boca Chica, Texas, donde el cohete despegó a las 16:00 horas locales en el sexto vuelo de prueba de Starship.

Musk, fundador y director ejecutivo de SpaceX, está constantemente presente al lado de Trump desde la victoria del republicano, acompañándolo en una reunión con el presidente argentino Javier Milei e incluso en una pelea de la UFC.

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Tras haberlo designado como codirector del “Departamento de Eficiencia Gubernamental”, la decisión de Trump de visitar los dominios de Musk es una nueva señal del creciente vínculo entre el dúo multimillonario, que suscita suspicacias sobre posibles conflictos de intereses dados los lucrativos contratos de SpaceX con la NASA.

El lanzamiento del martes marca el cambio más rápido entre vuelos de prueba para el cohete más poderoso del mundo, un coloso de acero inoxidable de 121 metros de altura, fundamental para la ambición de Musk de colonizar Marte y hacer de la humanidad una especie multiplanetaria. 

 

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