Donald Trump, presidente electo de Estados Unidos, prepara una estrategia radical contra la inmigración irregular. Desde su primer día, planea declarar un estado de emergencia nacional y recurrir al ejército para ejecutar lo que promete será “la mayor operación de deportación en la historia de Estados Unidos“.
El republicano arremetió contra los migrantes con calificativos que van desde “asesinos” y “salvajes” hasta afirmaciones infundadas de que envenenan “la sangre” estadounidense.
Respaldado por figuras conservadoras como Tom Fitton, director de Judicial Watch, el presidente electo afirmó que su administración utilizará recursos militares para expulsar masivamente a quienes se encuentran sin documentación. “Es verdad”, respondió en Truth Social a los comentarios de Fitton sobre el uso del ejército.
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Aunque las deportaciones no son nuevas, el magnate planea superar los registros históricos. Según el Instituto de Políticas Migratorias, la administración de Joe Biden expulsó a más de cuatro millones de personas, sin embargo, los planes del republicano buscan ir más allá. Entre sus propuestas destaca la invocación de la ley de enemigos extranjeros de 1798 y la eliminación de beneficios para migrantes.
Además, el líder conservador pretende limitar vías legales de entrada como el Estatus de Protección Temporal, usado por miles de migrantes para obtener la residencia. Para garantizar la implementación de estas políticas, prometió contratar a 10 mil nuevos agentes fronterizos y retomar la construcción del muro.
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Las implicaciones de una deportación masiva son motivo de preocupación. Organizaciones de derechos humanos advierten sobre los riesgos para los más de 11 millones de migrantes en situación irregular. Un estudio de American Immigration Council calcula que las deportaciones costarían 88 mil millones anuales.
Para materializar su plan, el republicano nombró a tres figuras clave: Tom Homan, exdirector de ICE, como “zar de la frontera”; Kristi Noem, a cargo del Departamento de Seguridad Interior; y Mike Waltz, asesor de Seguridad Nacional. Homan, conocido por su mano dura durante el primer mandato de Trump, prometió priorizar el cierre de la frontera sur.