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Hay libros, por tanto, autores, que no pueden clasificarse. Con ellos, parafraseando contradictoriamente a Camila Sosa Villada, todavía existe la posibilidad de la sorpresa. Esta Cuerpa Mía (Alfaguara), y por consecuencia Uri Bleier, son parte de esta genealogía heterodoxa.

El autor, que divide su vida entre México y Cuba, reconoce que su novela tiene “una temática complicada, muy ríspida, muy dura, con mucha violencia”, pero sabe, también, que está llena de “mucho amor, mucha música y mucha poesía de la calle, y con la potencia que tienen las vidas trans y las de las trabajadoras sexuales”.

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Fue gracias a un taller “de largo aliento” que tomó con la escritora Sabina Urraca que supo que no era suficiente escribir sobre la vida de las personas trans y de las trabajadoras sexuales madiante el imaginario colectivo y común, sino que necesitaba acercarse “de otra manera, que no debía instrumentalizar sus vidas, que no podía romantizar ni la pobreza ni el trabajo sexual, que no podía revictimizarlas”.

Entonces llegó Cassandra Huaso no sólo a poner en orden las ideas de Uri, sino a permitirle que su experiencia de vida fuera la ll de la novela.

En contraste, de manera más personal, confesó que esta novela le hizo entender “que como ser humanos tenemos dos herramientas con las que avanzar en el mundo: un cuerpo y un lenguaje”, pues la relación de estas dos “es la que nos permite abordar el mundo de una u otra manera”.

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LA POTENCIA DE LAS HISTORIAS

“La calle está llena de literatura, pero no sabemos escucharla”, asevera el escritor mexicano. A ratos la negamos o la consideramos menos, ya sea por prejuicios o porque desde la “alta cultura” desdeñan su valor.

Sin embargo, Bleier considera que ese lenguaje, en conjunto con la ficción, da potencia a las historias. 

Sólo entonces ese lenguaje es “una herramienta política y social y de vida para reivindicar que existimos, (precisamente), con un lenguaje y que ese lenguaje es de nosotros”. No hay otra manera de contar las vivencias que atraviesan al cuerpo

Como es natural, este libro no se escribió en soledad. Además de Urraca y Huaso, hay otros dos nombres de escritores que fueron fundamentales para Uri, como el chileno Pablo Simonetti y la ecuatoriana María Fernanda Ampuero. 

De esta manera, dice él mismo, “la construcción arropada de la novela, debajo de la alita de madrinas y padrinos”, de estas tres personas a quienes ya puede llamar amigos, “hicieron el camino mucho más sencillo”. 

Finalmente, “la construcción y la conversación sigue expandiéndose a través de la participación de las artistas trans Rojo Génesis y Raquel Martínez, a través de la portada y la voz para el audiolibro, respectivamente”.

Si acaso queda algo por decir, es que es necesario seguir “luchando por abrir los espacios que aún no nos pertenecen”. Lo demás irá llegando.

 

 

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