Una violencia poco frecuente, pero utilizada por el crimen organizado para sembrar terror y exhibir poder
Ana E. Rosete
Aunque no han sido una práctica sistemática en el país, los atentados con coches bomba sí han marcado distintos momentos de la violencia criminal en México durante las últimas tres décadas.
El país suma al menos 20 coches bomba en casi 30 años, una cifra que, aunque baja frente a otros países, refleja la adopción de tácticas de terror por parte del crimen organizado para sembrar miedo, enviar mensajes y disputar territorios.
El primer antecedente documentado ocurrió en 1994, en Guadalajara, Jalisco, cuando un coche bomba explotó y dejó cinco personas muertas. El atentado fue atribuido al cártel de los Arellano Félix y es considerado uno de los episodios más graves de violencia de alto impacto registrados en el país durante la década de los noventa.
A partir de 2010, estos ataques reaparecieron en el contexto de la llamada guerra contra el narcotráfico impulsada por Felipe Calderón. Ese año se reportaron explosiones en Ciudad Juárez, Chihuahua, una de ellas con un saldo de cuatro personas fallecidas, atribuida a La Línea, además de otro ataque sin víctimas mortales en la misma ciudad. En paralelo, Los Zetas comenzaron a utilizar este método en diversos puntos del noreste del país.
Entre 2010 y 2012, municipios de Nuevo León y Tamaulipas registraron múltiples atentados. Ciudad Victoria acumuló cuatro eventos —dos en 2010 y dos en 2012— con un saldo total de dos muertos; Nuevo Laredo reportó al menos tres ataques en 2012, todos sin víctimas; mientras que Linares y Santa Catarina tuvieron explosiones en 2011 sin personas fallecidas. En Zuazua, Nuevo León, un atentado en 2010 dejó dos víctimas mortales.
La violencia con coches bomba también se extendió al centro del país. En 2011, un ataque en Tula, Hidalgo, dejó un muerto, atribuido a Los Zetas, mientras que en 2021 se documentó otro evento en esa misma zona, sin víctimas fatales, vinculado al grupo Pueblos Unidos.
En años recientes, esta forma de ataque ha sido relacionada con el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). En 2024, se registraron atentados en Celaya, Acámbaro y Jerécuaro, Guanajuato, todos sin víctimas. Sin embargo, en 2025, un coche bomba en Coahuayana, Michoacán, provocó la muerte de cinco personas, uno de los episodios más mortales de este tipo en la historia reciente del país, además de otro ataque registrado ese mismo año sin saldo fatal.
De acuerdo con el recuento geográfico y cronológico mostrado en el mapa elaborado por la Universidad Autónoma de Coahuila, estos ataques se han concentrado en contextos específicos, generalmente vinculados a disputas del crimen organizado.
El objetivo no solo es causar daño inmediato, sino generar terror, exhibir capacidad operativa y enviar mensajes tanto a grupos rivales como a las autoridades y a la sociedad en general.
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