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Carlos Manzo y el enredo de los grandes crímenes Sheinbaum llama al debate por reforma sobre Revocación de Mandato

La presidenta Claudia Sheinbaum es presionada por definir su posición respecto al exmandatario Andrés Manuel López Obrador. Quieren que confiese continuidad, obediencia absoluta o ruptura.

Antes de cualquiera de las posiciones que los adversarios inventaron para tratar de desgastar a la 4T, es necesario que la Presidenta defina su posición respecto a los anteriores presidentes de México, de Miguel de la Madrid a Andrés Manuel López Obrador, en 2018.

El Último Presidente de la Revolución, como llamaron a don José López Portillo, hizo hasta lo imposible por evitar que llegara De la Madrid, no era, ni cercanamente su favorito, pero los intereses de los grupos que querían darle un giro brusco al país se impusieron. Prácticamente fue el último mexicano auténtico en la Presidencia de México, hasta que llegó a regresarle al pueblo lo robado y tener como prioridad a los pobres.

Esa fue toda una época oscura de devaluaciones, crisis, sumisión, entreguismo, traición a la patria, créditos impagables, desempleo, pobreza y falta de oportunidades para los jóvenes, en la que tanto el PRI como el PAN se fusionaban entre sí y no porque tuvieran una alianza electoral que llevar a cabo, sino porque defienden los mismos intereses, a las mismas personas y en ambos casos usan la política como puente hacia la impunidad.

La propia Presidenta ha marcado la fecha en la que el país empezó a hundirse, pero México es tan grande que sobrevivió a todos esos personajes que lo menos que puede decírseles es que eran corruptos, sin temor a equivocarse. Cada uno de ellos tiene más de un delito grave que investigarse, y sobre todo, castigarse.

La Presidenta no perdió la oportunidad para decir que Felipe Calderón había actuado a través de ejes frágiles que encendieron la violencia que aún no pueden erradicarse, no sin antes subrayar que se trataba de un mandatario espurio.

La oposición no entiende que un simple fuego tarda más en apagarse que en iniciarse, en una proporción mayor los tiempos se multiplican. La violencia echa raíces porque también beneficia a muchos, de ahí que se ataque, según afirmó Claudia Sheinbaum, prioritariamente las causas y no a partir de los efectos que es, como lo hizo Calderón, al llamarle guerra a la lucha contra la delincuencia organizada. Es decir, creó un enfrentamiento entre iguales, nunca se dio su lugar de autoridad, sino que creó un enfrentamiento entre iguales. Elevó al rango de militares a los delincuentes, y ahora los panistas aseguran que se militariza al país, cuando su presidente elevó al rango de militares a los malos y hasta los designó secretarios de Seguridad.

La interpretación de la Presidenta es que, al sacar a los militares de los cuarteles, sin marco jurídico que lo respaldara, se arriesgaba a la población a ser víctima de esas batallas entre fuerzas similares, donde se perdió el principio de autoridad.

Ahora la estrategia de seguridad se consolida con resultados concretos y comprobables, aunque haya quienes no están de acuerdo pero no saben explicar la causa de su inconformidad.

Atacar las causas de la delincuencia es combatir la pobreza, porque los jóvenes se afiliaban a la delincuencia por necesidad no por aventura. No tenía compromiso con su propia educación, ni recompensa por el esfuerzo de aprender. El futuro era una mancha oscura en el tiempo.

PEGA Y CORRE.- La Cámara de Diputados instaló su Comité de Ética, instancia que se encarga de vigilar la “conducta íntegra” de los legisladores. La Junta de Coordinación Política presentó la integración del comité, que preside el morenista, Jaime Humberto Pérez Bernabé, más 58 integrantes más.

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