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La escena pudo ser de cualquier día en cualquier parte. Porque la historia siempre es la misma. Una mujer iba caminando por la calle a plena luz del día; un hombre se acercó y sin autorización, sin preguntar, solo porque se le dio la gana, la tocó.

Además de lo evidente del acoso, lo que me escandalizó fue la cantidad de veces que pudimos ver la escena porque quedó grabada. Durante algún momento de la noche de ayer tuve la sensación de que la Presidenta había padecido dos veces una agresión. En el momento y todas las veces que repetimos el video.

Tenemos que tener claro que eso es una revictimización y después de apuntar al problema principal que es el acoso físico —que es un delito y que no debemos minimizarlo— tenemos que fijar también los límites de lo que vemos y compartimos en línea.

Me regreso un momento a la agresión física. No conozco una mujer a la que no le haya sucedido algo así al menos una vez en la vida. Lo trágico es que conozco niñas, adolescentes, adultas, adultas mayores. La edad, la condición social y económica no hacen ninguna diferencia.

A la Presidenta y a su equipo de seguridad les hizo sentido poder cruzar a pie para llegar a una cita. Y debía tenerlo, porque las mujeres deberíamos tener la posibilidad de tomar las calles sin que importe quiénes somos, cómo estamos vestidas, la hora que es o la cantidad de personas que hay en la calle.

Lo que quiero destacar aquí es que en un mundo de cámaras, es prácticamente imposible que algún momento de nuestras vidas no lo tengamos filmado, debemos preguntarnos qué vamos a hacer cuando grabamos un delito.

Lo particular del caso de acoso es que la mujer fue la Presidenta de la República. La mujer que tomó la calle había salido de Palacio Nacional e iba a la Secretaría de Seguridad Pública, apenas a unas cuadras. Y quizá por eso la imagen estuvo en todas partes, repetida cuadro por cuadro.

Precisamente lo que me llama la atención fue la cantidad de veces que vi el video. Las veces que repetí la escena. Pude ver el incidente varias veces y estudiar la reacción de casi todas las personas. Pero de la misma forma que lo hice yo, lo pudo ver ella.

La Presidenta en la conferencia de la mañana reconoció que había sufrido acoso y también que no era la primera vez en su vida que le había pasado. Después de eso también dijo que fue el video la que la hizo aquilatar el hecho y eso también marca un patrón que se repite.

Y aquí viene la duda genuina, ¿qué vamos a hacer con los videos y las víctimas de delitos? ¿Hasta donde estamos informando, documentando y en dónde volvemos a agredirlas?

Creo que durante la conferencia, la Presidenta logró transmitir un mensaje potente: “¿en qué condición se quedan todas las mujeres mexicanas? Si esto le hacen a la Presidenta, pues ¿qué va a pasar con todas las jóvenes mujeres en nuestro país?”.

Necesitamos preguntarnos cuántas veces será válido ver una agresión desde las pantallas de nuestro teléfono, no importa qué mujer sea.

 

    @Micmoya

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