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Fátima Bosch responde con dignidad tras la ofensa En Uruapan, ¿qué sigue?

En Estados Unidos, el reciente triunfo de las candidatas demócratas en Virginia y Nueva Jersey, y del candidato en Nueva York, representa una bocanada de esperanza para millones de personas dentro y fuera de ese país. No se trata sólo de una victoria electoral: es la confirmación de que las sociedades, incluso en los momentos más oscuros, son capaces de corregir el rumbo y abrir paso a la justicia, la igualdad y la dignidad.

En Virginia, Abigail Spanberger obtuvo la gubernatura tras una campaña centrada en la inclusión y la defensa de los derechos civiles. En Nueva York, el demócrata progresista Zohran Mamdani hizo historia al convertirse en el primer musulmán electo como alcalde. Y en Nueva Jersey, Mikie Sherrill logró mantener el control demócrata de la gubernatura, con una visión moderna y empática del servicio público. Tres victorias que, en conjunto, envían el mensaje poderoso de que la gente quiere gobiernos que escuchen, no que dividan; que protejan, no que persigan.

La retórica del miedo, la criminalización de la pobreza y la normalización del racismo marcaron una etapa de retrocesos sociales que hoy comienzan a revertirse. La respuesta en las urnas demuestra que el pueblo estadounidense no ha perdido su espíritu democrático ni su capacidad de resistencia.

Estos triunfos representan la posibilidad de un diálogo renovado entre los movimientos progresistas de nuestra región. México y Estados Unidos comparten no solo una frontera, sino también millones de historias de lucha y esperanza.

Lo que ocurre allá impacta directamente en nuestras comunidades migrantes, en nuestras economías locales y en el futuro de la cooperación bilateral. Por eso, un avance progresista en el norte es también una oportunidad para consolidar la transformación que aquí defendemos.

El ejemplo de Mamdani en Nueva York, merece especial atención. Su campaña se construyó desde abajo, con las voces de los barrios obreros, de las juventudes, de quienes nunca habían tenido representación real en el poder. Su triunfo simboliza que la diversidad no es debilidad, sino fuerza. Y que gobernar con empatía, escuchando a quienes siempre fueron ignorados, es la mejor forma de sanar una sociedad fracturada.

Hoy, frente al autoritarismo y la desigualdad que amenazan en muchas partes del mundo, estos resultados nos recuerdan que la esperanza sigue viva; que los pueblos pueden decidir por la justicia, por la paz, por la inclusión, y que cuando la democracia se combina con la organización social, ninguna fuerza del odio puede detenerla.

Desde México, refrendamos nuestro compromiso con la causa común de construir una región donde la dignidad humana sea el centro de toda política. Porque la esperanza no se vota solo una vez, sino que se cultiva todos los días, con solidaridad, con empatía y con la convicción de que otro mundo sí es posible.

 

ricardomonreala@yahoo.com.mx

X: @RicardoMonrealA

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