La incapacidad, tolerancia o franca indolencia prevaleciente a nivel oficial, ante la creciente violencia criminal e inseguridad que mantiene amplias zonas del territorio “bañadas en sangre”, literal, mueve a preguntar si Claudia Sheinbaum, por decisión propia o en atención a instrucciones recibidas desde La Chingada, a decir de los más, no puede o simplemente no quiere enfrentar a los cárteles del crimen organizado.
¿No puede o no quiere? Esa y no otra es la interrogante que inquieta a muchos, una grave disyuntiva cuando a la vista de la ciudadanía la inquilina de turno en Palacio insiste en volver la vista al pasado en busca de un culpable “a modo” -el expresidente Felipe Calderón, ahora- y desestimar las críticas a su fallida gestión en lugar de reconocer la preocupante realidad, o peor en “exculpar” a los criminales cuya acción y presencia su mentor e incuestionable jefe tabasqueño Andrés Manuel López Obrador pretendió encubrir e ignorar.
Hoy, a la vista los arteros asesinatos del líder de los citricultores, Bernardo Bravo, primero, y el sábado del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, que en su momento advirtieron y reclamaron sin éxito apoyo del Gobierno federal, ante amenazas de los cárteles que operan en Michoacán.
Nada parece más claro que autoridades estatales y federales han sido vencidas por los mismos, o más grave, que mantienen acuerdos de mal disimulada complicidad con ellos amparados en la estúpida consiga de “abrazos y no balazos”.
Nada más oportuno ahora, que recordar a la ineficiente 4T y sus improvisados funcionarios que su única y exclusiva responsabilidad es garantizar la seguridad pública, la libertad y el respeto de los derechos de la ciudadanía, independientemente de su temor a los cárteles o los pactos que se mantengan con ellos.
Sólo eso…
Veámonos el próximo miércoles con otro asunto De Esencia Política.
@EnriqueAranda_P
