Por Jorge Gómez Naredo
@jgnaredo
El viernes pasado, Carlos Manzo, alcalde de Uruapan, Michoacán, fue asesinado durante la inauguración del Festival de las Velas, en la plaza principal del municipio que gobernaba. Sin duda, este hecho es profundamente lamentable y ha consternado a muchas personas. Son actos que no deberían ocurrir en el país.
La oposición, en lugar de mostrarse solidaria y condenar el asesinato, decidió usar el hecho para golpear políticamente al gobierno que encabeza Claudia Sheinbaum. Esto los exhibe de cuerpo entero.
La violencia que sufre el país no comenzó con Andrés Manuel López Obrador. En realidad, es un problema que se originó durante el gobierno del expresidente Felipe Calderón, quien, para legitimarse como mandatario tras unas elecciones fraudulentas, decidió emprender una supuesta “guerra contra el narcotráfico” que terminó por desatar un baño de sangre.
Entre 2006 y 2018, las estrategias para combatir al crimen organizado fueron erráticas, y lo único que produjeron fue más violencia. Ni Felipe Calderón ni Enrique Peña Nieto supieron —ni quisieron— ir a la raíz del problema: las profundas injusticias sociales y económicas del país.
Después de doce años de guerra, violencia y asesinatos, era necesario actuar. Pero cualquier acción, fuera cual fuera, no iba a tener resultados inmediatos. Había que sanar al país, y ese es un proceso lento. Andrés Manuel López Obrador inició ese camino, y los resultados comenzaron a verse. El número de asesinatos se estabilizó y luego empezó a disminuir. Además, se crearon instituciones como la Guardia Nacional, que hicieron posible emprender un combate frontal contra el crimen.
Ahora, bajo la administración de Claudia Sheinbaum, los homicidios han disminuido aún más, y los resultados comienzan a ser más tangibles.
El asesinato del presidente municipal de Uruapan es consecuencia de todo el proceso de violencia que desencadenaron el PRI y el PAN. Sin embargo, estos partidos, con total cinismo, culpan a la actual administración y buscan aprovechar este lamentable hecho con fines electorales.
¡Son unos mezquinos!
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