Las lápidas con su amanecer, las cruces y los ángeles de concreto se empiezan a tornar naranjas por los primeros rayos de sol, las viejas flores y las fotos comienzan a sobresalir entre los tonos grisáceos del paisaje del cementerio San Rafael.
A lo lejos, un hombre de traje anaranjado transita con familiaridad entre las más de 15 mil tumbas que conforman el panteón. Se trata de Juan Cruz, sepulturero desde hace 20 años. Su trabajo consiste, en sus palabras, en algo muy simple y cotidiano: la muerte.
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El sepulturero narró a 24 HORAS que por necesidad y desempleo, cambió la albañilería y construcción para incursionar en el oficio de despedir a las personas.
Aunque con el paso del tiempo se ha acostumbrado a los choques emocionales de quienes solicitan sus servicios, admitió que en más de una ocasión ha derramado algún par de lágrimas por lo emotivo de la sepultura o por lo tristes que suelen ser las despedidas terrenales.
“Así es el destino, tarde que temprano todos vamos para donde mismo, hoy estamos aquí pero mañana quién sabe, la muerte es lo único que tenemos asegurado en esta vida“, dijo.
Hay entierro difíciles
Comentó que aunque todos los fallecimientos son trágicos, hay entierros más difíciles por el contexto de quien es sepultado, como los bebés, accidente de tráfico, defunciones de abuelos, las muertes de hijos adultos y los asesinatos; no obstante, comentó que las personas deberíamos ver la muerte como lo más común que existe.
“Yo le diría a la gente que no se olviden de sus muertos, que no vengan nada más el 2 de noviembre, que se echen la vuelta para seguir honrando su recuerdo. Mucha gente entierra a su familiar y jamás regresan”, dijo.
Quien se dedicaba desde hace años a solamente enterrar los ataúdes, admitió que fue paradójico realizar la exhumación de tumbas, debido al nuevo esquema de temporalidad del derecho sobre las fosas a sólo siete años, erradicando así el derecho de perpetuidad.
Esta práctica se debe principalmente a la sobresaturación, por lo que una vez que expira el plazo, las autoridades deben recuperar el espacio para nuevas inhumaciones, explicó.
Entre el ocultismo y las leyendas
Juan refirió que en ocasiones encuentra artículos relacionados con la brujería, como muñecos vudú, ya que estos sitios son muy concurridos por los devotos del ocultismo.
Confesó que sus compañeros comparten la leyenda de que a un costado de la barda que pasa en paralelo a Revolución, entre el sauce y la capilla azul, se puede ver y escuchar durante la madrugada a un niño jugando entre las tumbas.
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FRASE:
“No se olviden de sus muertos… no vengan nada más el 2 de noviembre. Mucha gente viene y entierra a su familiar y jamás regresan, no hay que ser así, hay que venerar y honrar a los que ya se fueron”.
Juan Cruz González
Sepulturero

 
                 
                