La agenda de política exterior del Gobierno mexicano que ha sido desdeñada en los últimos siete años de nueva cuenta se convierte en punto central de la relación de México con Estados Unidos: los bombardeos a presuntas narcolanchas en zonas cercanas y de influencia mexicana, el acoso e inminente invasión a Venezuela y ahora la irritación americana por el voto mexicano en la ONU en contra del supuesto bloqueo comercial a Cuba.
El lenguaje de respuesta mexicano ha sido, como era obvio suponer, duro y creciendo, pero sin que existan caminos viables para que cumplan una función. El viejo nacionalismo defensivo de México no opera con el atrabancado estilo no-diplomático del presidente Donald Trump y de sus principales colaboradores de política exterior.
Pero el problema no es que no haya efectos diplomáticos, sino que México y Estados Unidos están en un escenario mediático de política exterior, en el cual de manera obvia tienen más peso las declaraciones de la Casa Blanca que las respuestas de Palacio Nacional.
La prioridad del Gobierno de Estados Unidos no es definir una nueva relación diplomática con México, sino imponer unilateralmente los intereses americanos en los cuatro temas fundamentales de la gestión de Trump: geopolítica monroista, expulsión de migrantes, uso de aranceles con criterios políticos y no de Comercio Exterior y la obsesión y prioridad de la Casa Blanca de destruir –“desaparecer de la faz de la tierra”– a los cárteles mexicanos del narcotráfico en México que producen droga y la contrabandean a los 50 estados de la Unión americana.
Por estas razones es que se ha ido posponiendo la posibilidad de un acuerdo general que sustituya el anterior Diálogo de Alto Nivel entre las dos naciones y por eso también la negativa del presidente Trump de reunirse con la presidenta Sheinbaum y la decisión de Sheinbaum de no buscar un encuentro personal o visita de Estado con Trump.
Cuba se introdujo ya como un nuevo dolor de cabeza en el T-MEC.
Zona Zero
Toda la actividad operativa de Estados Unidos se encuentra en estos momentos decidida pero no puesta en marcha, porque necesita recursos y en estos momentos no hay presupuesto en la Casa Blanca por la falta de la aprobación en el Capitolio. Pero, dicen analistas de inteligencia, en cuanto se apruebe el presupuesto –y que ya no tarda–, comenzará la operación de invasión de Venezuela.
(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.
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@carlosramirezh

 
                 
                