El festival y plataforma musical de origen latinoamericano promotor del talento femenino, Ruidosa, en colaboración con la compañía global de música digital Believe y TuneCore, presentaron un nuevo informe que expone las persistentes brechas de género en los escenarios musicales de América Latina y en las estructuras de poder en la industria.
“Creamos estos estudios porque los números son importantes —no mienten—, pueden proveer datos concretos que impulsen políticas públicas, mejores prácticas en la industria y un cambio real”, explicó la cantante chilena y fundadora de Ruidosa, Francisca Valenzuela. “Queremos construir la industria musical latinoamericana en la que queremos trabajar: más sostenible, diversa y equitativa. La brecha persiste y aún queda mucho por hacer desde muchos frentes”.
Entre los hallazgos más relevantes, las y los investigadores encontraron que solo dos de cada 10 shows en los festivales masivos de Latinoamérica tuvieron a mujeres como artistas solistas o en bandas compuestas exclusivamente por mujeres, así como que sólo dos de cada 10 puestos de liderazgo en la industria musical latinoamericana están ocupados por féminas.
Mujeres, aún muy lejos de alcanzar la paridad en América Latina, afirma estudio
“Como mujer en un cargo de liderazgo en la industria musical latina, la lucha por la equidad de género es profundamente personal para mí”, expresó por su parte Alejandra Olea, directora general de Américas en Believe.
“Los hallazgos son contundentes: sólo dos de cada diez ejecutivos musicales en América Latina son mujeres, y apenas dos de cada diez artistas en los principales festivales de música latina son solistas femeninas o bandas integradas únicamente por mujeres.
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“Pero estas cifras desalentadoras no son solo números: reflejan poder —y la ausencia de él—, quién recibe ascensos, quién define la visión creativa y qué voces son valoradas“, agregó.
“Los festivales son la vitrina del talento, el lugar donde las carreras despegan o se consolidan. Pero antes de que un nombre aparezca en el cartel, hay un ecosistema complejo de sellos discográficos, productoras, plataformas de streaming y managers que deciden quién puede tener una oportunidad, abundaron.
Cruce de dos estudios
Ruidosa cruzó los datos de dos estudios ambiciosos: uno que analizó 60 festivales masivos y 400 line ups en ocho países de Latinoamérica (Argentina, Chile, México, Colombia, Costa Rica, Perú, Uruguay y el circuito latino en Estados Unidos) en un periodo de 2022 a 2024, y otro que investigó la presencia femenina en 114 empresas clave de la industria musical latinoamericana en el año 2025.
En ellos, encontraron:
Solo el 20% de las presentaciones presentan a mujeres solistas o bandas integradas sólo por mujeres.
Las bandas femeninas representan apenas el 1% del total de contrataciones; los artistas no binarios también representan apenas un 1%.
Los espacios de headliner liderados por mujeres alcanzaron solo un 0,4%. La mayoría de estos lugares los ocupan solistas hombres (41%) y bandas masculinas (37%).
El desequilibrio también es geográfico: más de la mitad de los headliners provienen del norte global, incluso en festivales realizados en América Latina.
La segunda parte del estudio examinó más de 400 cargos de liderazgo en 116 compañías musicales de América Latina. En ellos, encontraron datos que revelan un techo de cristal persistente:
Sólo 2 de cada 10 puestos de liderazgo están ocupados por mujeres.
Las plataformas de streaming muestran la mayor representación femenina (44%), mientras que los sellos tradicionales (17%) y promotores de música en vivo (9%) están muy por detrás.
Las mujeres representan el 34% de los cargos de nivel medio, pero solo el 12% de los puestos de liderazgo de más alto nivel (Presidencia/CEO).
Cuánto más alto se escala en la jerarquía, menos mujeres hay. Cuanto más enraizada está la cultura corporativa, menor es la representación —reforzando barreras culturales, organizacionales y simbólicas.
“La investigación ofrece más que un diagnóstico: es una herramienta para programadores, legisladores y profesionales de la música para repensar cómo se define, mide e implementa la inclusión”, consideraron finalmente.
