Estados Unidos dará un nuevo salto en la vigilancia fronteriza al imponer, a partir de diciembre de 2025, la recolección obligatoria de datos biométricos —como reconocimiento facial, huellas y ADN— a todos los extranjeros que entren o salgan del país, incluidos los titulares de la Green Card.
La medida, publicada por el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) en el Federal Register, busca cerrar un viejo vacío en el control migratorio: el rastreo de quienes permanecen más tiempo del permitido por su visa.
El plan elimina excepciones por edad —antes eximía a menores de 14 años y mayores de 79— y autoriza la captura de imágenes en cualquier punto de tránsito, ya sea aéreo, marítimo o terrestre.
Según la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), el sistema aprovechará la plataforma Traveler Verification Service, basada en la nube, capaz de comparar rostros en tiempo real con los registros de entrada previos.
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Las autoridades estadounidenses estiman una precisión superior al 98 por ciento, con una implantación total en tres a cinco años, conforme se modernicen los equipos en aeropuertos y cruces fronterizos.
¿Qué tipos de extranjeros deberán proporcionar sus datos biométricos en Estados Unidos?
El alcance de la norma no se limita a los visitantes temporales. Los residentes permanentes también deberán someterse a la captura fotográfica y a la verificación facial en cada movimiento transfronterizo.
La CBP argumenta que un sistema biométrico universal permitirá “abordar amenazas al país, prevenir fraudes documentales y detectar casos de suplantación o reingresos ilegales”.
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Sin embargo, la expansión ha encendido alarmas en organismos civiles y defensores de derechos digitales. Un informe de la Comisión de Derechos Civiles de 2024 reveló que los algoritmos de reconocimiento facial fallan con mayor frecuencia en personas negras y en otras minorías.
Aunque el DHS asegura que cumple con las leyes de privacidad y limita el resguardo de datos —las fotografías de ciudadanos estadounidenses se eliminan en menos de 12 horas y las de extranjeros tras 14 días en el sistema primario—, los críticos temen un incremento de la vigilancia masiva.
Por su parte, la administración Trump defiende el plan como parte de su “política de tolerancia cero” frente a la inmigración irregular y los riesgos del terrorismo en Estados Unidos.
