El conflicto laboral por la huelga en Boeing comenzó a tener consecuencias económicas de mayor alcance, pues la compañía estadounidense, que ya arrastra pérdidas en su negocio comercial, enfrenta ahora un nuevo golpe financiero.
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Tras el fracaso de las negociaciones con el sindicato que representa a unos 3.200 empleados en Misuri e Illinois, los trabajadores decidieron permanecer en huelga, la cual mantienen desde el 4 de agosto.
AFP |
Los sindicalizados, afiliados al Distrito 837 de la Asociación Internacional de Maquinistas Aeroespaciales (IAM), tienen paralizadas plantas clave para la producción de los aviones de combate F-15 y F-18, el entrenador T-7 Red Hawk y el dron MQ-25, todos pilares del portafolio de defensa de Boeing.
La empresa reconoció este miércoles que, pese a una mediación federal y una oferta revisada de contrato, el sindicato “se negó a someterla a votación”.
La prolongación del paro amenaza con extender los retrasos en entregas al Pentágono y elevar los costos operativos en un momento en que Boeing intenta estabilizar su balance tras una interrupción de siete semanas en su división comercial este mismo año, que afectó a 33,000 empleados.
IAM, uno de los sindicatos industriales más grandes de América del Norte -con unos 600,000 afiliados-, ha evitado nuevos acercamientos y mantiene su posición.
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Ante el estancamiento, Boeing lanzó el 4 de septiembre una campaña para contratar personal “permanente” que reemplace a los trabajadores en huelga, medida que podría incrementar las tensiones laborales, pero que busca contener el impacto económico de la paralización.