En el fondo a nadie le interesa la paz en Oriente Medio. De hecho, nunca interesó, aquellos que la buscaron terminaron asesinados.
A Abdalá I de Jordania lo mataron en 1951. Fue uno de los soñadores de un islam unido, un panarabismo que habría sido muy poderoso. Lo mismo les pasó a los antiguos presidentes egipcios Gamal Abdel Nasser y Anwar el Sadat.
Pero además Abdalá buscaba un plan de paz con Israel. Entendieron que no había más remedio que negociar la paz o de lo contrario terminaría la situación como está en la actualidad. Lo asesinó el activista Mustafá Shukri Ashshu.
Anwar el Sadat pagó un alto precio por la paz. Lo asesinaron en un desfile militar en 1981. Sin embargo, spelñu sentencia de muerte comenzó cuatro años antes. El entonces presidente egipcio había sido invitado por el primer ministro israelí, Menájem Beguín a Jerusalén.
Anwar el Sadat llegó a la knesset (el parlamento israelí) con el compromiso de reconocer el estado de Israel bajo ciertas condiciones. Al final lo mataron.
Otro prohombre que buscó la paz fue el presidente israelí Isaac Rabin. Rabin entendió que para conseguir la paz duradera necesitaba negociar y ceder. En esas negociaciones que tuvo Rabin, le ofreció al líder de la OLP, Yasir Arafat, todo lo que él quisiera. En el último minuto Arafat pidió más y ambos se levantaron de la mesa. A Rabin le asesinó un judío ultraortodoxo por esa supuesta “traición”.
Las relaciones entre palestinos e israelíes siempre fueron más que ríspidas. El odio ha ido aumentando.
Nadie en el fondo quiere la guerra. Todos quieren el proceso de paz. Pero es eso el “proceso”, porque así siguen eternamente viviendo gracias a ese proceso de paz.
Veremos en qué termina este nuevo plan de paz de Trump entre israelíes y palestinos. No empieza mal, pero podría torcerse.
@pelaez_alberto