Redacción
Tulum atraviesa la mayor caída turística de su historia, marcada por la baja ocupación hotelera, el encarecimiento de servicios y las quejas por el trato a los visitantes. El destino, reconocido internacionalmente por sus playas y zona arqueológica, vive un declive que preocupa tanto a las autoridades como al sector empresarial.
Datos del Sistema de Información Turística de Quintana Roo muestran una reducción constante en los niveles de ocupación durante 2025. Entre el 26 de julio y el 1 de agosto se registró un 62.6%, cifra que descendió a 58.3% a mediados de septiembre y alcanzó apenas 49.2% en la primera semana de octubre. Estos números contrastan con los de otros destinos del Caribe Mexicano, como Cancún o Isla Mujeres, que mantienen niveles superiores al 75%.
Empresarios locales reconocen que la disminución responde a diversos factores: el incremento en precios de hospedaje y alimentos, los problemas de movilidad, las restricciones de acceso a playas, la inseguridad y la presencia de sargazo. A ello se suma el descontento de turistas nacionales, quienes han denunciado malos tratos y prácticas discriminatorias.
Durante la temporada de verano, Tulum alcanzó su máximo anual de ocupación con 62.6%, lejos del 82.2% de Costa Mujeres o del 79.6% de Isla Mujeres. Desde entonces, la tendencia ha sido descendente, afectando la economía local y dejando calles y comercios semivacíos en lo que antes era uno de los puntos más visitados del país.
Los principales afectados son trabajadores del sector hotelero y restaurantero, así como propietarios de pequeños negocios. Muchos establecimientos han reducido personal o cerrado temporalmente. En un intento por mantener visitantes, algunos clubes de playa ofrecen acceso gratuito a sus instalaciones o descuentos en consumo.
Ante la situación, la presidenta Claudia Sheinbaum pidió a la Secretaría de Turismo analizar las causas del desplome junto con hoteleros y empresarios. Dijo que se revisarán las condiciones de acceso a playas y la señalización, y se buscarán medidas para equilibrar precios y mejorar la experiencia de los visitantes.
Especialistas señalan que Tulum enfrenta una “burbuja turística” resultado de una oferta encarecida y poco sostenible. Consideran que el destino necesita una reestructuración que contemple políticas de inclusión, sostenibilidad y precios justos para recuperar su atractivo y reputación.