Por Salvador Guerrero Chiprés
La política también se escribe con asfalto. Reparar las calles, además de una tarea de mantenimiento, es declaración de rumbo y ruta.
En ese sentido, la nueva estrategia de repavimentación de la Ciudad de México, Cualli Ohtli —que significa “Buen Camino”—, muestra la disposición de hacer tangible la transformación de la vida cotidiana. La Jefa de Gobierno, Clara Brugada, ha decidido intervenir en una de las heridas más visibles y sentidas de la capital: los baches.
De acuerdo con el INEGI, esta es una de las tres principales preocupaciones urbanas, junto con el alumbrado y el agua. En el C5 este año hemos atendido 2 mil 845 reportes relacionados con baches, principalmente en los meses de afectaciones pluviales.
La magnitud del programa, implementado por las secretarías de Obras, Administración y Finanzas y Movilidad, a cargo de Raúl Basulto, Juan Pablo de Botton y Héctor García, revela la intención estructural: inversión bianual de 2 mil 600 millones de pesos para repavimentar 250 kilómetros lineales, equivalentes a un viaje de la capital nacional a Querétaro. Incluye arterias emblemáticas —Tlalpan, Periférico, Viaducto, Zaragoza Reforma—, además de los 35 ejes viales. Una operación meticulosa.
El nombre del programa no es solo un gesto lingüístico o cultural. Cualli Ohtli condensa una idea política: el buen camino como metáfora del vínculo renovado entre gobierno y ciudadanía. La reafirmación de la izquierda capitalina y la voluntad de gestión y continuidad.
Repavimentar no solo es corregir lo visible, es también fortalecer la confianza en la ruta de un proyecto político que ha tenido el respaldo ciudadano más amplio del país.
En ese sentido, la estrategia es también una política de movilidad y de justicia urbana: reparar donde transita la ciudadanía.
The post CDMX, el buen camino appeared first on Diario Basta!.
