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El dúo francés sirvió música, luces y psicodelia

Ciudad de México.–La noche del pasado martes 16 de septiembre, el Auditorio Nacional se convirtió en una base espacial comandada por el legendario dúo francés Air, quienes demostraron que su clásico álbum de 1998 Moon Safari no envejece… aunque sus fans ya anden pagando hipoteca y colegiatura.

El público fue un mosaico ecléctico pero en su mayoría compuesto por chavorrucos treintañeros y cuarentones, incluso pudo verse hipsters (que creíamos extintos) y uno que otro mamador de esos que colecciona vinilos (o sea, yo).

La primera parte del show fue impecable: tocaron completo el legendario Moon Safari con una precisión quirúrgica, como si el tiempo se hubiera detenido en 1998. “Sexy Boy” nos puso a menear la melena (o la clava, según el caso), mientras que All I Need” arrancó suspiros y recuerdos incómodos de ex novias universitarias.

El show de luces también fue protagonista: pantallas proyectaban todo tipo de gráficos, acompañados de leds que le daban un aura espacial, éterea, psicodélica y locochona a todo el recinto.  Hasta un efecto de “hipervelocidad” durante “Kelly Watch the Stars” que fue acompañado de visuales de videojuegos retro. En un punto, parecía que el mismísimo Auditorio se iba a convertir en el Halcón Milenario.

Los de Air salieron al escenario vestidos de blanco, como astronautas minimalistas o doctores de hospital privado. El clásico dúo compuesto por Nicolas Godin y Jean-Benoît Dunckel se convirtió en trío gracias a las poderosas percusiones de Louis Delorme. Por ahí, algunos fans hardcore se quejaron de que no llevaron su set de sintetizadores completo y que ciertos sonidos venían pregrabados. Pero entre tanto viaje visual y auditivo, pocos notaron estos detalles.

El concierto duró poco más de hora y media, pero se sintió como un viaje espacial con boleto de regreso garantizado. El Auditorio estuvo casi lleno, salvo por algunos asientos huérfanos hasta arriba.

En general, Air nos recordó que, aunque pasen los años, Moon Safari sigue siendo el soundtrack perfecto para chavorrucos que aún sueñan con flotar por la luna… aunque esta vez nos conformamos con flotar sobre Reforma.

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