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Por Eduardo López Betancourt

SE GANA CON ESFUERZO

La mejor manera de comprobar si un gobernante cuenta con la simpatía de su pueblo es observarlo en un espectáculo masivo, heterogéneo, integrado por personas de distintos niveles económicos y estratos sociales.

En México tuvimos a un jefe de Estado que era aplaudido en todos lados, Adolfo López Mateos: acudía a la Arena México y se imponía su presencia entre ovaciones; lo mismo ocurría en estadios de futbol y, con mayor entusiasmo aún, en la Plaza de Toros México. Esa popularidad contrastó con su sucesor, Gustavo Díaz Ordaz, quien fue abucheado en la inauguración del Estadio Azteca. Desde entonces, la mayoría de los presidentes evitaron exponerse en eventos abiertos al público, salvo en aquellos organizados con “acarreados”.

Más dramático resultó lo vivido por Andrés Manuel López Obrador en la inauguración del estadio de béisbol Alfredo Harp Helú, donde recibió unánimes muestras de desprecio, que llegaron incluso a las groserías más ofensivas. El hecho fue inesperado, ya que siempre manifestó simpatía por el deporte del bat y el guante. Visiblemente compungido y molesto, quizá aprendió ahí una lección: hay popularidades ficticias.

Hoy por hoy, en México sería difícil que un personaje político se presentara en un estadio de futbol y no fuera abucheado. La popularidad auténtica solo se gana con esfuerzo, manteniendo una conducta digna de aplauso, congruente y valiente.

Donald Trump ha sido un gobernante discutido y discutible, lleno de claroscuros, pero en el U.S. Open, el Abierto de Tenis de Nueva York celebrado en el estadio Arthur Ashe, constaté un hecho revelador. Entre los 23,771 asistentes no observé muestras de rechazo; por el contrario, hubo quienes lo aplaudieron con entusiasmo. Su seguridad, a cargo del Servicio Secreto, era discreta, lo que permitió expresiones directas de afecto del público. Trump respondió con sonrisas, gestos de agradecimiento e incluso firmó gorras de manera cordial.

Personalmente me impactó presenciar cómo un jefe de Estado que ha generado tanta polémica, conserva el respaldo popular en un espacio tan plural como el Arthur Ashe Stadium, donde confluyen personas de todos los niveles económicos.

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