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Sopa de codito y pampazos la cena del 15 de septiembre en ‘El Torito’ Antonio Rüdiger, defensor del Real Madrid, está fuera por lesión

Hace dos semanas comimos con una querida amiga ampliamente reconocida en el mundo de la cultura e historia de nuestro país. La esperábamos otro par de amigos y yo en un restaurante. Con gusto nos hemos saludado —abrazo apretado y sonrisas sinceras incluidas—, para después sentarnos mientras la escuchábamos abrir la conversación, como siempre, de forma asertiva y filosa: camaradas, cómo ven a nuestra patria tan agotada de tanta chingadera.

La expresión venía a cuento por el último alboroto de lo que a diario toma nota nuestra marchita república: la penosa y entonces agonizante presidencia del Senado de Fernández Noroña enfrentada a los amagos de violencia del impresentable Alejandro Moreno, líder de lo que queda del PRI. Capítulo revelador del ambiente político actual.

Vaya que debe estar agotada. Tenemos un Congreso de la Unión que dejó de funcionar como Poder independiente para convertirse en oficialía de partes del Ejecutivo. Con una mayoría calificada alcanzada mediante la trampa, la coacción y el abuso de poder se han aprobado leyes que arrebatan derechos a la ciudadanía; militarizan al país; eliminan contrapesos y capturan al Poder Judicial.

El crimen organizado está en control de buena parte de la actividad económica, política y territorial del Estado mexicano. Mientras las instituciones se debilitan, el narcotráfico ha encontrado nuevas fuentes de ingreso, desde la extorsión hasta el huachicol.

La corrupción se ha infiltrado hasta los huesos de la patria. Se ha ido borrando la línea entre delincuentes y servidores públicos (marinos incluidos) de forma escandalosa. Abundan los contratos irregulares, adjudicaciones directas, empresas fantasma y demás estratagemas para que políticos, militares y empresarios hagan negocio a costa del erario. Todo bajo el manto de la impunidad.

No hay medicinas, insumos médicos, ni servicios de salud dignos y suficientes para una población ávida de atención. El nivel de educación apenas alcanza para tener una economía mediocre que se hunde en la informalidad.

La patria se siente atrapada bajo el yugo del pensamiento único que le impide desarrollar el pluralismo y la plena libertad de expresión, siendo testigo de la soberbia de personajes variopintos que han pasado de la irrelevancia al espejismo del mundo de los elegidos —y ahora poderosos— que, ante la crítica, o la difusión de actos de corrupción, atropellan opositores, periodistas y ciudadanos.

La violencia familiar, política y social es común denominador. Desaparecidos, asesinados, violentados —o agredidos y denigrados en cualquier esquina—, nos muestran como una sociedad furibunda.

Daño ambiental y ecocidio a lo largo y ancho del territorio se suma a un cambio climático ignorado por quienes habitamos esta fatigada tierra que poco a poco se queda sin aire ante las sequías, inundaciones, desastres naturales y la acelerada pérdida de biodiversidad.

Como cereza en el pastel, México está cercado por un megalómano que busca cambiar el orden internacional y ser protagonista de una nueva hegemonía mundial, pasando por encima de esta acongojada nación…

Gracias a Quetzalcóatl, el tequila estaba por llegar a la mesa —y la patria aun no perdía la esperanza.

 

     @isilop

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