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Tras un año de narcoguerra, en Sinaloa los muertos y desaparecidos se cuentan por miles. La economía está colapsada y un nuevo temor sobrevuela este estado mexicano: la amenaza militar de Estados Unidos contra los cárteles.

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El conflicto, que enfrenta a dos facciones del Cártel de Sinaloa, estalló tras la captura de su líder histórico, Ismael El Mayo Zambada. Fue secuestrado en julio de 2024 por un hijo de su antiguo socio, Joaquín El Chapo Guzmán, y llevado en un avión a Estados Unidos.

Balaceras cotidianas, bloqueos de vías, restaurantes y negocios cerrados. Los tiroteos obligan a suspender temporalmente las clases y la vida nocturna se apagó: así transcurren los días en Culiacán, considerada entre las ciudades más peligrosas.

El crimen no respeta nada. Apenas ayer, el secretario de Salud estatal, Cuitláhuac González, confirmó que en este año de narcoguerra se han perpetrado seis ataques a hospitales: cuatro al interior y uno en las inmediaciones del Hospital Civil de Culiacán.

Detalló que tres de los hechos violentos se reportaron en nosocomios de la capital y el resto en municipios del interior del estado, lo que ha obligado a reforzar los protocolos de protección para pacientes y personal médico, de acuerdo con la prensa local.

A finales de agosto, al menos cinco personas fueron asesinadas en tres ataques armados ocurridos en menos de 24 horas en tres hospitales.

Nada logra la paz ante la narcoguerra

Ni el despliegue de miles de soldados, ni las crecientes incautaciones de armas y drogas han logrado poner fin a la inseguridad. El mismo Gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum reconoce que el Cártel de Sinaloa no está desmantelado y se ignora si alguna facción ha vencido.

Incluso, este lunes, el gobernador Rubén Rocha Moya expresó su reconocimiento a los ciudadanos que participaron en la marcha por la paz realizada este domingo en la capital sinaloense, donde miles de personas salieron a las calles para exigir seguridad y el fin de la violencia.

Además, reconoció que “efectivamente, no tenemos paz en Sinaloa; todavía no la hemos conquistado; tienen razón los que se manifestaron ayer”.

Rafael Sánchez, de 44 años, perdió a su hermano Juan Carlos, empresario de restaurantes, quien quedó atrapado en un enfrentamiento entre pistoleros y militares en un sector acomodado de la capital sinaloense.

“Quisiera decir que fue víctima de un fuego cruzado, pero (…) el Gobierno lo asesinó”, dijo.

Temen amenazas de Trump

En Sinaloa, tras una balacera contra una vivienda cercana a su casa el pasado jueves, Mariana Urías, de 34 años, dice temer que los ataques de Donal Trump en el Caribe se repliquen en México.

“Ganas no les faltan y razones tienen de sobra”, dice esta empleada de una tienda, asustada de que sus hijos sean “testigos de una verdadera guerra con bombas y misiles”.

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La tensión por un mayor involucramiento de Washington también se palpa en Badiraguato, cuna de El Chapo.

“Ya están operando agentes estadounidenses en Sinaloa(…), observando cómo se mueven los narcos”, comentó un funcionario municipal.

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