Ultimo Messaggio

‘Rock en tu idioma’: El adiós a una década que marcó generaciones Ataque ruso deja 24 muertos en el este de Ucrania

Israel lanzó un bombardeo inédito contra la cúpula de Hamás en Doha, la capital de Catar, marcando una escalada que fractura la ya debilitada diplomacia regional. La operación, bautizada “Cumbre de Fuego”, fue justificada por el primer ministro Benjamín Netanyahu como represalia al ataque en Jerusalén que dejó seis israelíes muertos el día anterior. Aunque en el ataque perecieron seis personas —entre ellas un hijo del negociador Jalil al-Hayya—, el liderazgo de Hamás aseguró haber sobrevivido.

La reacción inmediata

La incursión aérea conmocionó a Catar, que alberga desde 2012 la oficina política de Hamás y la mayor base militar estadounidense en la región. El primer ministro catarí, jeque Mohamed bin Abdulrahman al Thani, denunció una “traición” y advirtió que su país “se reserva el derecho a responder”, aunque reiteró que continuará como mediador junto a Egipto y Estados Unidos. Washington, sin embargo, se deslindó de la decisión. Donald Trump, quien había presentado días antes una propuesta de tregua, expresó en Truth Social que el ataque fue obra exclusiva de Netanyahu y “lamentó profundamente” que se realizara en un país aliado.

También te puede interesar: Israel acelera su ofensiva sobre Ciudad de Gaza

Desde la Casa Blanca, la vocera Karoline Leavitt fue tajante: “Bombardear unilateralmente a Catar, una nación soberana y aliada, no promueve los objetivos de Israel ni de Estados Unidos”. La ONU y potencias como Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Irán, Jordania, Reino Unido, Francia y Alemania condenaron lo ocurrido, mientras que el príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salmán, lo calificó de “acto criminal”.

El discurso israelí

El ejército israelí defendió la operación. “Las FDI y el Shabak llevaron a cabo un ataque preciso contra los altos mandos de Hamás, responsables de la masacre del 7 de octubre”, señaló el comunicado militar. Roni Kaplan, portavoz castrense, agregó que se empleó “munición de precisión e inteligencia adicional” para mitigar daños civiles y que la acción fue “una operación israelí totalmente independiente”.

Netanyahu insistió en que Israel asume “toda la responsabilidad” y reafirmó que la guerra en Gaza “puede terminar inmediatamente si Hamás acepta la propuesta de Trump”.

Consecuencias sobre la mediación y los rehenes

El ataque se produjo en momentos en que Hamás discutía la iniciativa estadounidense para una tregua de 60 días, con liberación escalonada de rehenes a cambio de prisioneros palestinos. Tras la ofensiva en Doha, el Foro de Familias de Rehenes israelíes expresó “profunda preocupación” por los cautivos, al recordar que aún permanecen 47 en Gaza, 25 de ellos presuntamente muertos.

Un alto funcionario catarí advirtió que la viabilidad de las negociaciones queda ahora en entredicho. Para Hamás, el bombardeo fue un “cobarde intento de asesinato” que confirma que Israel busca “hacer fracasar deliberadamente los esfuerzos internacionales” y no le interesa un acuerdo.

AFP |  

El análisis de fondo

Para el internacionalista Agustín Berea, lo ocurrido trasciende lo militar. “Israel está mandando un mensaje a sus vecinos y a la comunidad internacional de que ya no le interesa la normalización regional iniciada con los Acuerdos de Abraham”, explicó. A su juicio, el Estado hebreo está construyendo una política de “excepcionalismo israelí”, al estilo de Estados Unidos tras la Guerra Fría, donde “la ley internacional aplica para todos, menos para quienes se asumen países excepcionales”.

“Invadiendo al mediador, Israel deja claro que no necesita negociar con nadie”, señaló Berea, y advirtió que esto podría erosionar los avances diplomáticos de la última década y empujar a países como Emiratos Árabes o Catar a reevaluar sus vínculos. El especialista comparó el argumento de “seguridad nacional” usado por Israel con otros precedentes —como la invasión de Irak en 2003 o los bombardeos de India en Pakistán— y alertó: “Es un precedente peligroso; la ilegalidad podría volverse norma”.

Berea también prevé repercusiones en el equilibrio regional: “Turquía, aliado de Catar y segunda fuerza militar de la OTAN, podría volverse un actor clave frente a Israel. Si a esto se suma la irritación de Arabia Saudita o los Emiratos, veremos un retroceso de los Acuerdos de Abraham, lo que sería un golpe al legado diplomático que Trump presume como uno de sus mayores logros”.

Una región en vilo

El bombardeo en Doha es el primero de Israel contra territorio catarí y evidencia que el “largo brazo” del Estado hebreo, como suele repetir su dirigencia, no reconoce santuarios. Sin embargo, también refuerza la percepción de que Netanyahu prioriza la presión militar sobre la vía diplomática.

También te puede interesar: Ejército de Israel ataca edificio en Gaza, suman 19 muertos este viernes

En paralelo, Israel intensifica su ofensiva en Ciudad de Gaza, donde la ONU declaró hambruna el mes pasado. El conflicto, que comenzó con el ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023 —que dejó 1,200 israelíes muertos y 251 secuestrados—, ha cobrado más de 64,000 vidas palestinas, según autoridades del enclave.

El ataque a Catar marca un nuevo punto de inflexión. Fractura la credibilidad de la mediación, tensiona las alianzas árabes e introduce a la diplomacia internacional en un terreno más incierto. Como resume Berea: “Israel no quiere ser un país más en la región; quiere ser el país dominante. Y está dispuesto a asumir el costo de decirle al mundo que la fuerza pesa más que la negociación”.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *