Hace seis años que Valeria Luiselli (Ciudad de México, 1983) publicó Desierto sonoro (Sexto Piso), esa novela que guarda entre sus páginas el registro sonoro de una pareja en crisis, la última banda apache que se rindió ante la milicia estadounidense, la diáspora de la niñez que busca asilo a través de la frontera sur de México y, en el fondo, la historias que los dos hijos del matrimonio “confunden” por su severidad: la crisis migratoria y el genocidio de los pueblos originarios de América del Norte.
Hay algo que persiste entre las preocupaciones u obsesiones de la escritora mexicana: el registro del sonido. Ha venido a México para presentar, junto a Ricardo Giraldo y Leo Heiblum, “Ecos de las tierras fronterizas“, un dibujo sonoro de las violencias que manan de la frontera entre Estados Unidos y México.
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Este proyecto “es una serie de cautivadores estudios de sonido que exploran la historia de la frontera entre Estados Unidos y México desde el Océano Pacífico hasta el Golfo de México”, que, en palabras de la propia Luiselli, es un viaje que tarda 24 horas en realizarse por completo, de Este a Oeste.
Este colectivo-proyecto, sin embargo, no es lo único que motiva la conversación que previamente mantiene con medios de comunicación.
“El libro me pondría en un radar en el que no quiero estar en Estados Unidos”
“Llevo 20 años en Nueva York, y es mi casa tanto como la Ciudad de México, y he permanecido ahí porque es donde tengo un buen trabajo con el cual puedo sostener a mis dos hijas, a mi madre, a mis sobrinas… hay mucha familia. Por primera vez en veinte años me estoy planteando no publicar un libro, que estoy escribiendo, en Estados Unidos.
“Porque es un libro, (que) es como un seguimiento del ensayo de Los niños perdidos. Pocos años después de escribir ese libro me metí al sistema de sitios de detención a dar clases de escritura con adolescentes indocumentadas, y en ese periodo no escribí nada sobre eso porque las personas que me hicieron posible entrar al sistema, me dijeron: no puedes publicar nada sobre esto ahora, hasta que pasen por lo menos cinco años“, cuenta.
Y ya se pasaron, asevera; sin embargo, con desaliento, espeta: “pero ahorita estamos donde estamos”. Es decir, con Donald Trump como presidente de los Estados Unidos por segunda ocasión en la historia.
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“Es un libro que me pondría en un radar en el que no quiero estar en Estados Unidos”, confiesa. “Por otro lado: la cobardía nunca ha sido lo mío. Tengo muchos otros defectos, pero no ese. Más bien me he lanzado en la vida siempre como el borras, sin ver, y a ver dónde caigo con muchas decisiones que he tomado”.
“Entonces, me parece un poco atípico de mí tener esta reticencia, y me da coraje. No sé muy bien”, concluye consternada.
“Siento que, absolutamente, sí lo puedo y debo escribir en español, y publicarlo en México. La mayoría de las personas que viven en Estados Unidos son monolingües e ignorantes y no lo van a leer si lo publico en español, entonces, estaré más cubierta por lo menos”, bromea con severidad.
“Es muy difícil que nos importen las cosas que ya parecen demasiado jodidas”, afirma Valeria Luiselli
Pese a todo, aunque la presentación de su proyecto junto a sus colegas causa emoción y gusto, el humor es de consternación. El aire no es tenso, sino desalentador.
“Lo digo realmente con mucha honestidad: realmente es muy difícil que nos importen las cosas que ya parecen demasiado jodidas, es muy difícil interesarnos por algo que ya está roto. En cambio, es mucho más fácil querer cuidar de algo porque encontramos en ese algo la belleza, la complejidad, las cosas que nos atraen.
“Creo que las historias que se cuentan, si son historias que son capaces de balancear el horror con la belleza, de encontrar cierta ternura en medio de la mierda, entonces son capaces de tocarnos mucho más como lectores, e incluso a veces de movilizarnos como lectores”, finalizó Valeria Luiselli.